El rap de Nietzsche

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Queridos cavernioyentes, mientras en alguna cueva “más allá de esta” preparan la nochebuena con su pesebre y sus angelitos, aquí, en nuestro mundano mundo, se está armando un auténtico belén. Según me han contado (en rigurosa exclusiva) algunos filósofos subversivos van a celebrar una extraña navidad invertida. Según ellos, todos seguidores de un tal Nietzsche, el dios ha muerto y, en su lugar, ha nacido el anticristo, o, según otros (la información es confusa), el superhombre.

Dicen, también, que la llegada (o, mejor, retorno) de este no-salvador, anunciada por un tal Zaratustra, va a ser celebrada, a modo de villancico raro, por el famoso rapero y medium Piter, al que tal vez recuerden por temas como Parménides de Elea, y al que tenemos de nuevo aquí, justo antes de que entre de nuevo en trance.

- Piter, ¿preparado para ser poseido por el espíritu dionisíaco de la música?
- Preparado.
- Piter, en vuestro diabólico belén, por así decir, el filósofo Nietzsche es una figura central. Me han dicho, además, que de tanto leerlo te has vuelto, como él, un filósofo destroyer. 
- Bueno, yo ya era destroyer. Ahora soy, además, filósofo.

Muy bien, Piter, observamos ya que tu lengua toma la forma de martillo y que se te empiezan a mover las manos. Pero antes de dejar que interpretes el rap de Nietzsche que has compuesto, recordar a los oyentes que la versión en vídeo está en youtube, realizada, de nuevo, junto a tu compinche Álvaro@shotsbuster

Cavernícolas nuestros: feliciten este año la navidad con este rap pegadizo como un eterno retorno: Dios ha muerto... Piter ha vuelto...




El rap de Nietzsche es una creación de Pedro "Piter" Fernández (3.14t3rmusic@gmail.com). Guión radiofónico: Víctor Bermúdez. Voces: Víctor Bermúdez y Pedro Fernández. Producción: Antonio Blázquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Realización de vídeo Álvaro Shotsbuster (shotsbuster@gmail.com) Dibujos: Marién Sauceda. Idea original y dirección: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.


Gorgias y la nada

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Alicia.- Dicen que dices que puedes hablar de todo.
Gorgias.- Así es: lo digo, y puedo hacerlo.
Alicia.- A cambio de algo.
Gorgias.- ¿Te parece mal negocio, todo a cambio de solo algo?
Alicia.- No, demuestra una gran capacidad y generosidad. Pero… ¿serías capaz de hablar de algo a cambio de nada? Es que estoy deseando escucharte y hablar contigo, pero no tengo nada.
Gorgias.- Te ofrezco, entonces, este algo: hablarte de eso que tienes: de nada. ¡A cambio de nada, es lo más justo!
Alicia.- ¿¡No vas a hablarme, entonces!? ¡Esa no es tu fama!
Gorgias.- ¡No, muchacha, no soy tan mezquino! Te lo diré de modo que me entiendas: no voy a no hablarte, sino que voy a hablarte de no.
Alicia.- ¡Ah!, eso me parece totalmente diferente. ¡Suena chistoso!
Gorgias.- Lo chistoso siempre es profundo. Verás: los viejos filósofos hablaban continuamente del todo, ¡nadie defendía a la pobre nada! Sin embargo, chiquilla, te diré un pensamiento muy liberador: en verdad, nada es.
Alicia.- ¿Cómo es eso?
Gorgias.- Puedes probarlo con el método de caza de cerco. Verás: ¿lo que es, procede de algo o de nada?
Alicia.- De algo.
Gorgias.- Pero si todo procede de otro algo, no ha podido llegar a ser, pues nunca se habrá terminado de empezar.
Alicia.- Quizás lo primero no procede… de sí mismo…
Gorgias.- ¿Quieres decir que estaba antes que sí mismo?
Alicia.- O, mejor, que no necesita tener origen...
Gorgias.- ¿Una cosa sin principio no es ilimitada, o infinita?
Alicia.- Sí, supongo.
Gorgias.- Pero ¿tú puedes entender algo que no tiene fines ni principios? Yo, por mi parte, admito que algo así me supera.
Alicia.- Pero, si todo es nada, ¿cómo es que pensamos en las cosas?
Gorgias.- Sin pedirte nada a cambio, te hablaré de otra nadería: en verdad, aunque existiese algo en vez de nada, ni tú ni yo podríamos conocerlo.
Alicia.- ¿Cómo es eso?
Gorgias.- Razónalo también por eliminación: si conoces algo, entonces es que tu pensamiento es lo mismo que eso que conoces.
Alicia.- ¡Claro!
Gorgias.- pero, entonces, el pensamiento y la cosa son lo mismo. Ahora bien, esto es falso, porque, de ser así, ningún pensamiento podría estar equivocado: por ejemplo, cuando piensas en Pegaso.
Alicia.- Bueno, es que el pensamiento y las cosas no son exactamente lo mismo. De hecho, cuando estamos equivocados son muy diferentes. Y cuando estamos en lo cierto, lo que pasa es solo que se parecen, ¿no?
Gorgias.- ¿Se parecen, como la persona y el reflejo en el río?
Alicia.- Más o menos.
Gorgias.- Pero, ¿cómo puedes saber cuándo lo que piensas se parece a la cosa en la que estás pensando? ¿Acaso puedes salir de tu pensamiento para compararlos a él y a las cosas, o bien siempre estás dentro de él?
Alicia.- ¿Entonces, de qué estamos hablando tú y yo ahora?
Gorgias.- Hemos convenido desde el principio en que hablamos de nada. Porque has de saber (he aquí mi tercer regalo para una chica tan inteligente) que, si hubiera algo e incluso se lo pudiera pensar, tampoco podríamos hablar de ello ni ponerle nombre.
Alicia.- ¿¡Tampoco!? ¿Cómo demuestras eso?
Gorgias.- Así: ¿cómo sabes lo que significa cada palabra? ¿Es que estas son también “parecidas” a las cosas, o a los pensamientos?
Alicia.- Eso iba a decir…
Gorgias.- ¿En qué se parece la palabra ‘pegaso’ al Pegaso? ¿En las patas, o en las alas?
Alicia.- Es verdad. Pero, ¿no hay, al menos, una palabra para cada pensamiento y cada cosa?
Gorgias.- Pero, si no se parecen, ¿cómo sabes cuál es de cuál? ¡Fíjate en que tenemos una palabra hasta para la nada!
Alicia.- ¡Cierto!
Gorgias.- Pero si puede haber una palabra para nada, es que nada tiene que tener una palabra para ser acerca de algo.
Alicia.- ¿Cómo nos entendemos entonces, tú y yo por ejemplo?
Gorgias.- No nos entendemos. ¿Cómo íbamos a entendernos si estamos hablando de nada? Pero al menos nosotros lo sabemos. Otros creen estar hablando de todo sin llegar a decir algo.
Alicia.- ¡Impresionantes razonamientos! ¿Entonces, qué dices tú que es la verdad?
Gorgias.- ¿La verdad? ¡Ay!, para los mortales, es solo una convicción muy fuerte… la de hoy.
Alicia.- ¿Y qué sacamos de ahí, maestro Gorgias?
Gorgias.- Deberíamos sacar acaso esto: nuestra razón es un juguete. No debemos tomarla demasiado en serio. Lo que deberíamos hacer es vivir y dejar vivir. ¿Vienes a comer con unos cuantos amigos, que hacemos una fiesta hoy?
Alicia.- ¿Cuál fiesta?
Gorgias.- ¿Preguntas qué celebramos? Exactamente nada.
Alicia.- ¡Claro, contad conmigo! ¡Muchas gracias!
Gorgias.- ¡De nada!


El famoso sofista Gorgias escribió un discurso “Acerca del No-ser”, en que defendía justo lo contrario de lo que habían defendido filósofos como Parménides. Puede parecer un juego de palabras, pero en realidad es la más antigua y quizás mejor exposición del nihilismo metafísico. Por ese tiempo, en la lejana India, el sabio Sidharta, llamado el Buda (o sea, el despierto) también predicó que, detrás de todos los fenómenos, lo único que hay es vacuidad. Comprender esa presunta verdad, nos liberaría del sufrimiento.


¿Qué crees? ¿Puede defenderse sensatamente que, en realidad, todo es nada, o bien necesariamente tiene que existir algo? 

Guión: Juan Antonio Negrete. Actores: Jonathan González e Inmaculada Morillo. Voces: Inmaculada Morillo y Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blázquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original y dirección: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.

El discurso de Protágoras

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Queridos ciudadanos de Atenas,
cuantos os venís a inscribir en este curso, haciendo un esfuerzo económico que podíais haber destinado a cosas más usuales y aparentemente prácticas, queréis, es de suponer, aprender algo de este presunto sabio que soy yo. Muy bien. Y ¿qué es lo andáis buscando? ¿Qué puede aportaros un humilde extranjero, sin más oficio que la palabra?

A quienes crean que les voy a mostrar todo lo divino y humano, ya les digo de antemano que de los dioses no diré nada, porque no tengo la capacidad suficiente para ello. Yo me limitaré a lo solo humano, que ya es bastante. Os hablaré de la verdad, tal como yo la entiendo. Y os enseñaré lo más útil para vuestras vidas. Pero, sobre todo, querría que, después de este curso, fueseis mejores ciudadanos, de vuestra ciudad y del mundo.

La Verdad…: ¡grandilocuente palabra! Algunos de vosotros habréis leído los libros de los sabios, de Tales el milesio, de Anaxágoras o del oscuro Heráclito. Todos y cada uno de ellos tienen una verdad que ofrecernos, y su verdad es, si les creemos, la Verdad absoluta y última. Desgraciadamente, es imposible encontrar a dos de ellos que enseñen la misma verdad. 

Pues bien, yo, que también me he devanado los sesos con sus difíciles libros, he llegado a una convicción. Os la voy a decir desde ahora mismo: la verdad que he descubierto, escuchad, es… que no existe la verdad. No hay la Verdad absoluta, y es inútil buscarla. Hay tu verdad, la de Homero, la de tu vecino Giorgios... Pero no hay La Verdad, sola y única. Y si la hubiera, nosotros no podríamos conocerla. 

¿Por qué pienso así? Os lo explicaré de manera sencilla: lo que yo veo y creo, no puede ser falso para mí. Puede serlo para ti, pero eso es otro asunto. Si tú me convences de algo, entonces habrás cambiado mi creencia, acercándola a la tuya, pero no estaremos ahora más cerca de la Verdad. La Verdad, sin relación contigo o conmigo, carece de sentido. ¿Comprendéis? Cada ser humano es la medida de todo, de lo que existe y de lo que no. 

Muy bien -me diréis-, entonces ¿qué tienes tú que enseñarnos?, ¿por qué habríamos de darte nuestros ahorros?” Aquí pasamos a lo segundo y más importante. ¡Claro que no todas las creencias son iguales!, ¡claro que hay sabios e ignorantes! Pero ¿qué es lo que distingue al uno del otro? No –os lo repito- el que uno sepa la Verdad con mayúsculas y el otro no. La diferencia consiste en que unos puntos de vista son más útiles que otros. Y esto es lo verdaderamente importante. Yo querría enseñaros, no la verdad, sino la creencia más conveniente y útil. 

Ahora, ¿qué necesitamos para eso? En primer lugar, conocer nuestros deseos. ¿Cuáles son nuestros deseos? Los filósofos dicen saber qué tenemos que desear tú y yo. Igual que creen que hay una Verdad absoluta, creen que existe lo Bueno en sí. Pero mirad lo que os digo: yo he viajado mucho. Y ¿sabéis qué he comprobado? He comprobado que en cada sitio la gente creía que lo bueno por naturaleza era lo que hacían ellos, aunque para las personas de otros lugares se tratase de cosas abominables. Unos pueblos comen carne, otros no quieren ni verla; unos se afeitan la cabeza, otros se dejan melena; incluso sé de pueblos que comen carne humana. ¿Puede alguien decir que unas de esas cosas son buenas y otras malas? No puede. Lo bueno, para uno, es lo que uno quiere y desea. Miraos, pues, a vosotros mismos y preguntaros: ¿qué me gusta a mí, verdaderamente? Porque eso tampoco puedo enseñároslo yo.

Pero hay algo necesario, después de vuestros deseos: los medios para satisfacerlos. Y aquí es donde entra mi enseñanza. Escuchad ahora bien: ¿sabéis cuál es la herramienta más útil de todas? ¿No? Pues, nos la dieron los dioses para que nos pudiéramos proteger de la naturaleza. Esa herramienta se llama Palabra. La Palabra es lo más útil que hay. Quien sabe manejar esta herramienta, sabe todo lo que un mortal puede saber para hacer su vida mejor.

Eso es lo que os enseñaré yo: los secretos de la Palabra y de su hija la Política. 

A quienes esto les parezca poco, pueden ya dirigirse a alguno de esos otros filósofos que conocéis. Yo mismo os daré varias direcciones, porque las frecuenté en otros tiempos. Al resto de vosotros, bienvenidos. Si os quedáis, habré demostrado hoy mismo que, efectivamente, la palabra es el mejor instrumento.



El famoso sofista Protágoras ganó gran fama y fortuna económica enseñando oratoria y defendiendo la teoría de que no existe ninguna verdad absoluta sino que cada uno es la medida de la verdad y el valor de las cosas.

¿Qué crees? ¿La verdad algo relativo a cada sujeto, o, según escribió Machado, “tu verdad no, la Verdad, y vente conmigo a buscarla (...)”?



Guión: Juan Antonio Negrete. Actor: Jonathan González.. Voces: Inmaculada Morillo y Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blázquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original y dirección: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.