La red.

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[Sonido constante de mensajes de móvil de diversos tipos, juegos, vídeos, musiquillas, tonos... Las voces también han de sonar un poco – muy poco – cibernéticas, como hablando a través de Skype o algo así, pero sin que apenas se note]

(Los personajes dialogan pero de manera distraída, un poco ralentizada; están enfrascados en sus móviles, tabletas, etc., y la conversación está mayormente en segundo plano. Solo al final se deja claro de que toda la conversación transcurre a distancia, a través de Skype...)

Petr.- … Oye... ¿Ya estamos todos?
Erem.- … Cris me dice que ya llega.
Petr.- … Dile que corra, que nos perdemos el principio.
Prim.- … Oye, que me dice la Felisa que el concierto está empezando
Erem.- … Ah, ¿ya están los otros en el concierto?
Prim.- … Sí, me han mandado un selfi, están también Madriguero, Espelunca y Covadonga.
Petr.- … Anda, la Covadonga. ¿Qué se cuenta?
Prim.- … Pues que contigo no quieres cuentas. Que eres un cuentista, dice.
Petr.- … ¿Y eso?
Erem. … Dice que la dejaste por el chat, chato. Y que la culpa la tengo yo, que según ella, te acoso con mensajería.
Petr.-... ¿Qué? Perdona...
Erem.- Deja. Ahora te mando lo que me mandó. Está super-cabreada.
Petr.-... A ver... (como leyendo)... Hala, pues es verdad... Pero si yo nunca me he enred...ado con ella. Ni siquiera la tengo en Twitter. Ni en Instagram.
Erem.- Pero si en el facebook. Además, llevabas dos meses en el Telegram con ella.
Petr.- En el Telegram no, que eso es para íntimos, era en wasap. Y solo porque tiene un blog sobre los Desconnectión que es pa verlo.
Erem. -... Oye. ¿No íbamos a ir al concierto ese?
Petr.- … Eso. Tocan los Androids.
Prim.- … Yo creo que voy a pasar. Me están mandando vídeos esta gente, y me parecen malísimos.
Petr.- … Yo me estoy acabando de bajar lo último de Desconnectión, así que también paso.
Crisantra.- ¡Hola chicos!
Erem.- Cris. Por fin te apareces. ¿Que te ha pasado?
Cris.- Nada. He cortado con mi novio.
Petr.- … ¿Pero tenías novio?
Cris.- … Desde hace un mes. En el Tagged. Pero creo que me ponía los cuernos con otro perfil.
Erem.-... ¿Cómo lo sabías?
Cris.- Intentaba ligar con mi otro perfil en Weeworld, y me decía las mismas cosas que en el Tageed.
Erem.-... Vaya, lo siento.
Cris.-.... ¿Eh?
Petr.-.... Chicos, oíd el programa de radio que os he mandado por facebook. Salimos nosotros!
Prim.- …. ¿Nosotros? ¿Quiénes somos nosotros?
Cris.- … (En otro rollo) ¡¡Pero qué tarugo eres!!
Petr.-... ¿Yo?
Prim.-... ¿Tu ex?
Cris.- … No. Perdonad. Es que estoy discutiendo con los de mi grupo de trabajo en psicología.
Erem.- … ¿Y de qué va?
Cris.-... De los medios de comunicación y las relaciones humanas.
Prim..- … ah.
Erem.- Chicos, me desconecto. Acabo de pedirme una pizza y está al llegar.
Petr.- Yo también. Además, el skype me va lentísimo hoy.
Prim.- Vale. Seguimos en wasap.
Cris.- Ok. Ahora te cuento eso en el Telegram, Ere.
Erem.- Chao. Ahora os mando unos besos diver por facebook.




Las nuevas tecnologías de la comunicación están transformando la forma de concebir las relaciones sociales y el ámbito completo de la cultura.

Según algunos, esto representa una amenaza para la integridad e incluso la salud mental de los individuos. La comunicación virtual, nos dicen, desnaturaliza las relaciones personales, empobrece los códigos comunicativos, frivoliza los mensajes y nos hace tecnológicamente dependientes. Además, muchas personas comienzan a sentir una dependencia psicológica con respecto a estas vías de comunicación. ¿Quién puede, hoy, separarse del móvil o del ordenador conectado a internet?

Según otros, las nuevas redes de comunicación no son una amenaza, sino una oportunidad para desarrollarnos en un marco de relaciones mucho más amplio y accesible. La comunicación a través de la red enriquece las relaciones personales, nos permite conocer a más personas diferentes y en más aspectos de su vida.

Además, el hecho de estar permanentemente comunicados está generando una revolución en los lenguajes y los medios de expresión, además de un acceso masivo y rápido a todo tipo de información. ¿Qué puede tener de negativo el poder gozar de redes que nos permiten informarnos y comunicarnos libremente con cualquier persona en cualquier rincón del mundo?

¿Qué dices tú? Mándanos tu opinión en un comentario, mensaje, sms, wasap, twit o lo que te apetezca

Guión: Víctor Bermúdez . Actores: Jonathan González, Eva Romero, Laura Casado, María Ruíz-Funes.Voces: Chus García Fernández, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.

Diógenes



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Cuentan de Diógenes el cínico, el filósofo que vivía en un barril, que el emperador Alejandro Magno se acercó un día a la escalinata en la que el filósofo solía pasar el tiempo y que, tras darse a conocer, ofreció a Diógenes el regalo que él quisiera. Tras oír el ofrecimiento, y pensarlo un momento, Diógenes pidío a Alejandro un única cosa: que se apartara a un lado, pues le tapaba el sol.

[Suenan fanfarrias, se acerca el Emperador Alejandro Magno. Tras un momento, se detiene la música y suenan pájaros y un ambiente natural lleno de paz]
Alejandro.- ¿Aquí es?
Soldado.- Ahí, señor: esa tinaja es su casa.
Alejandro.- ¿Está él?
Soldado.- Dentro está.
Alejandro.- ¿Su nombre era Diógenes, verdad?
Soldado.- Sí, señor.
Alejandro.- ¡Hola!, ¿está aquí Diógenes, el filósofo? (Un silencio) ¿¡Diógenes!?
Diógenes.- Hola, amigo. ¿Qué te trae por aquí?
Alejandro.- He oído hablar de ti y deseaba conocerte en persona. ¿Sabes quién soy?
Diógenes.- Tienes pinta de ser un bicho humano, de esos que mi amigo Platón llama bípedos implumes (sonríe). Aunque tú, para desmentirle, llevas plumas en la azotea…
Alejandro.- Soy Alejandro, rey de Macedonia y unificador de los griegos y de todos los pueblos civilizados. Me han dicho que unos te consideran un sabio y otros, los más, un loco, y quería conocerte. Veo que vives pobremente…
Diógenes.- Tus ojos o tu cabeza te engañan, pues no me falta de nada. Hasta sospecho que me sobran algunas cosas.
Alejandro.- Eso es admirable. Demuestra que eres más bien un sabio que un loco. Me gustaría hacer algo por ti, si me indicas qué…
Diógenes.- En este momento, si lo tienes a bien, puedes apartarte un poco, porque me estás quitando el sol.
Soldado.- ¡Majadero!, ¿¡quieres que te ensarte con esta lanza!?
Alejandro.- ¡Quieto, soldado! Este hombre tiene razón. Verás, amigo: muchos me consideran algo así como el propio Sol en la Tierra. Yo mismo me lo creo a veces… Me vendría bien que alguien me bajase los humos... Me han contado tus costumbres: que te precias de vivir conforme a la naturaleza, que desprecias todos los artificios de los que la gente no puede prescindir, e incluso que te masturbas sin esconderte. Vives como estos perros que te acompañan. ¿Por qué todo eso no te avergüenza?
Diógenes.- Me avergonzaría de ir matando gente y conquistando el mundo, de esconderme para disfrutar el cuerpo, de creer que soy más importante que tú, de dejar tras mi paso un rastro de destrucción y basura…
Alejandro.- Otra vez hablas tan sabia como sencillamente. Sin duda, eres un loco. El mundo sería mucho mejor si todos nos pareciésemos a ti. Te rogaría que me acompañases, en calidad de consejero…
Diógenes.- Te invito a que te quedes aquí y compartas este tranquilo sol del otoño y unas castañas que he recogido.
Alejandro.- Sabía que dirías algo así. Nuestros destinos son diferentes: yo tengo que seguir mi camino, queriendo serlo todo, y tú el tuyo, demostrándome que no soy casi nada. Pero si yo no fuera Alejandro, querría ser Diógenes. Quédate en paz mientras yo hago la guerra, y no seas demasiado duro conmigo en tus pensamientos.




Uno de los personajes más curiosos de la historia del pensamiento griego es Diógenes de Sinope, creador de la corriente “cínica” (seguramente llamada así por el término griego que significa “perro”). Diógenes, discípulo de Sócrates y a quien Platón despreciaba llamándolo “Sócrates delirante”, predicaba una vida conforme a la naturaleza, es decir, abandonando las convenciones y los artificios sociales, y todo sentido de la propiedad, y dejándose guiar por nuestras supuestas inclinaciones naturales.

Entre sus “performances” famosas, están, además del presunto encuentro con Alejandro que hemos recreado en el diálogo, las que cuentan que andaba con una linterna diciendo buscar un hombre, o que daba rienda suelta a sus necesidades fisiológicas de todo tipo sin esconderse. En especial, los cínicos combatieron el tabú del sexo, y atacaron la institución del matrimonio. Es digno de reflexión que en nuestra sociedad escandalice más la visión de la sexualidad que la de la violencia. Pensemos, por ejemplo, en lo que la censura de los medios administra a los niños: mientras que es posible ver mucha violencia en las series y en la publicidad dirigida a ellos, el sexo está completamente proscrito. Y algo semejante puede decirse para los adultos, lo que indica qué tipo de sociedad tenemos.

Paradójicamente, se ha usado el nombre de Diógenes para denominar a ese síndrome que sufren algunas personas y que les lleva a amontonar y guardar basura. Es paradójico porque el propio Diógenes no acumulaba nada. ¿No seremos nosotros, los que poseemos un montón de cosas que no necesitamos, quienes realmente padecemos el síndrome de Diógenes el cínico, pero hipócritamente se lo atribuimos a él?

¿Quién quisieras ser tú, Diógenes o Alejandro?

Guión: Juan Antonio Negrete . Actores: Jonathan González y Víctor Bermúdez..Voces: Chus García Fernández. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.

Multiculturalismo

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[Ruido de tráfico. De un autobús o metro, que va parando. Voces en varias lenguas. Sonidos urbanos]
Petronilo.- Tienes mala cara, Eremita. ¿Has pasado la noche en vela, o qué?
Eremita.- Pues sí. Toda la noche desvelada... por un velo.
Petronilo.- ¿Por un velo?
Eremita.- Por una amiga mía musulmana, Hirá. El director del instituto le ha dicho que no puede venir con velo en la cabeza.
Petronilo.- Con el hiyab.
Eremita.- Eso. Le dicen que es un símbolo de la sumisión de la mujer, y que eso no se puede permitir en un centro educativo.
Petronilo.- ¿Y a ti que te parece?
Eremita.- Pues que, en parte, es verdad. Aunque no me parece que la solución sea prohibir que lo lleve, sino mostrarle otras formas de vestir, y que ella elija la mejor.
Petronilo.- ¿La mejor? ¿La mejor según quién? Eso depende de cada cultura, Eremita. Y en la de tu amiga Hirá lo mejor es cubrirse la cabeza con un bonito velo.
Eremita.- ¿Y someterte a los hombres? ¿Y no poder mostrar tu pelo si tú quieres?
Petronilo.- Es que ella no quiere, Ere. Es su moral, su cultura. Y en esto de la moral no es verdad que lo bueno para ti tenga que ser lo bueno para todos.
Eremita.- O sea, que si en una cultura se mata a pedradas a los pecadores o se acuchilla a un animal para divertirse, todo eso está muy bien, porque es su cultura.
Petronilo.- Pues, aunque no nos guste, sí. Para ellos está bien.
Eremita.- ¿Y si vivieran aquí, con nosotros, habría que permitirles que apedrearan y acuchillaran?
Petronilo.- (Con ironía) Bueno, en lo de acuchillar animales tal vez podríamos integrarlos fácilmente. Pero en lo de apedrear personas no.
Eremita.- ¿Por qué no? Para ellos no es malo. Imagina, además, que a quien apedrean por adúltera es a una de sus mujeres, quien, como tú dices, acepta que le toca morir a pedradas, porque es su cultura.
Petronilo.- ¿Y qué? Aquí no está permitido apedrear a nadie. Y deben respetar nuestra moral y nuestras leyes.
Eremita.- ¿Por qué deben respetarlas? ¿No dices que no hay nada bueno ni malo que deba serlo para todos?
Petronilo.- Bueno. Por que están en nuestro país. Y deben cumplir nuestras leyes.
Eremita.- ¿Aunque no les resulten justas ni convincentes?
Petronilo.- Las leyes se cumplen y punto.
Eremita.- (Con ironía y escarnio) ¡Eso! ¡Y si no, los matamos a pedradas!
Petronilo.- ¡Yo no he dicho eso!
Eremita.- Bueno, sugieres que, como nada puede ser justo o injusto para todos, al final la solución es la fuerza. Aunque sea la de la ley.
Petronilo.- ¡Este es nuestro país! ¡Y aquí debe prevalecer lo que nosotros creemos que es justo!
Eremita.- ¿Y es eso justo?
Petronilo.- ¡Claro!
Eremita.- ¿Te has parado a pensar si es justo que este sea “nuestro” país y si es justo que impongamos nuestra idea de justicia a otros?
Petronilo.- No te entiendo.
Eremita. - Normal. Si lo justo significa cosas distintas para cada uno, es imposible entenderse. Es como si todos lleváramos... un velo encima.



Las culturas humanas son muy diversas. Cuando esta diversidad cultural se da en un mismo lugar de habla de “multiculturalismo”. El multiculturalismo acarrea, a veces, problemas como el que se refleja en el diálogo. Las respuestas a estos problemas dependen de nuestra orientación o enfoque ideológico.

Si se piensa que las diferencias entre las culturas que conviven juntas son insalvables, se adoptan posturas que van desde el etnocentrismo al relativismo cultural. El etnocentrismo es la idea de que una de las culturas es inconmensurablemente superior a las demás y que, por tanto, ha de imponerse forzosamente a estas. El relativismo cultural es la teoría de que no existe ningún criterio común desde el que comparar o valorar distintas culturas, y que, por tanto, ninguna es mejor que otra, por lo que no tenemos autoridad ninguna para juzgar las creencias y prácticas de culturas distintas a la nuestra.

Cuando se piensa que las diferencias entre culturas son salvables, se pueden adoptar posiciones como el interculturalismo y la asimilación. El interculturalismo afirma que existen elementos esenciales a todas las culturas, gracias a los cuales es posible establecer mínimos morales y leyes comunes. Más allá de esto, la teoría de la asimilación cree que hay culturas objetivamente superiores y que las demás han de asimilarse a ellas, no necesariamente a la fuerza, sino más bien a través de la educación. Desde esta doble perspectiva, cabría establecer, o descubrir, un ideal de justicia común desde el que juzgar cualquier conducta cultural, independientemente del lugar y la época en que esta se diera.

¿Qué crees tú? ¿Son todas las culturas igualmente diferentes, y ninguna mejor ni peor, o es posible establecer criterios objetivos de justicia, válidos para todas las culturas?


Guión: Víctor Bermúdez . Actores:  Eva Romero, Jonathan González..Voces: Chus García Fernández, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.

Inmigrantes


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Eremita.- ¿Qué te pasa, Crisantra?
Cris.- Hola Eremita. Pues nada, que no encuentro curro. Con lo bien que me vendría para callarle la boca a mis padres. Dicen que soy una niña mimada.
Eremita.- ¿No fuiste a la hamburguesería de la avenida a preguntar?
Cris.- Sí, pero tenían gente de sobra. Todos extranjeros. Además, pagaban una miseria.
Eremita.- ¡Cómo se aprovechan!
Cris.- Además, me entró, no sé, un poco de mala uva.
Eremita.- ¿Por qué?
Cris.- Jo. Pues porque de no estar ellos, yo ya estaría trabajando.
Eremita.- ¿Ellos?
Cris.- Los extranjeros, Eremita.
Eremita.- Bueno. También “ellos” tienen derecho a trabajar. Y seguramente lo necesitan más que tú.
Cris.- Ya. Pero primero estamos nosotros, ¿no?
Eremita.- ¿Por qué? Ya te digo que ellos lo necesitan más.
Cris.- Sí, sí. Pero este es nuestro país. Es como si alguien se mete en tu casa y se queda con tu... comida.
Eremita.- ¿Es que tu no comes? Además: ¿qué es eso de nuestro país? ¿Por qué va a ser nuestro y no suyo?
Cris.- Pues porque vivimos aquí, y ellos llegaron después.
Eremita.- Ellos también viven aquí, y nosotros también llegamos después de otros.
Cris.- ¿De qué otros?
Eremita.- Pues de otros pueblos, que vivieron aquí durante siglos.
Cris.- Sí, pero luego lo conquistamos nosotros.
Eremita.- ¿Nosotros?
Cris.- Sí. Nosotros los... visigodos. O los cristianos. No sé. ¡Nosotros, vamos!
Eremita.- O sea, que si los inmigrantes llegaran en tanques en lugar de en pateras, y nos conquistaran, entonces sí que serían de aquí. ¿No?
Cris.- ¡No! ¡¡Serían unos invasores!!
Eremita.- ¡Pues como nosotros, hace unos siglos!
Cris.- ¡Pues... (se queda sin réplica)! (Enfadada) ¡Pues, vale, co-mo-no-so-tros!
Eremita.- Por lo tanto, esto es nuestro porque se lo robamos a otros.
Cris.- Es muy fuerte eso que dices.
Eremita.- Y no te parece fuerte acusar a los extranjeros de robarnos el trabajo.
Cris.- Es que es nuestro. Porque yo-he-na-ci-do aquí. ¿No es eso importante?
Eremita.- Eso es pura casualidad. Nadie escoge nacer donde nace.
Cris.- Y mi familia lleva trabajando aquí desde... no sé cuanto.
Eremita.- Los extranjeros también trabajan en este país. Y hasta hace unos años en los trabajos que no queríamos hacer nosotros. Pregúntale a tu padre. Me apuesto lo que quieras a que la mitad de los obreros de su fábrica son inmigrantes.
Cris.- Claro, porque trabajan como chinos y les paga la mitad. Como a nosotros cuando emigrábamos a Alemania, o a Suiza, o a... (Se oye reír a Eremita) ¿Qué pasa? ¿Por qué te ríes?
Eremita.- Quieres decir: como a nosotros cuando íbamos a robarles el trabajo a los alemanes, o a los suizos. Jajaja. Pues ya sabes. Quien roba a un ladrón...
Cris.- ¡Ahh! ¡Es imposible hablar contigo!



Los inmigrantes son personas que arriban a un país distinto al suyo por motivos, casi siempre, económicos, para lograr los medios de subsistencia de los que carecen en su país de origen. La emigración es un fenómeno histórico y cultural muy antiguo, y que suscita, en las poblaciones de acogida, distintos tipos de reacción.

Parte de la población los considera como una amenaza, en tanto los percibe como mano de obra barata que compite con los trabajadores locales, y que copa los servicios sociales. Además, en ocasiones, se aducen problemas de integración, pues las creencias y costumbres de los inmigrantes son tomadas como extrañas e incluso contrarias a los valores y modos de vida autóctonos.

Todas estas consideraciones son, sin embargo, muy polémicas. De un lado, los inmigrantes suelen ocupar puestos de trabajo que la población nativa rechaza. Además, son una fuente de financiación de los servicios sociales, a través de cotizaciones e impuestos. De otro lado, las creencias y costumbres de las personas que provienen de otras regiones del mundo pueden ser consideradas un factor enriquecedor más que una amenaza. Finalmente, los Derechos Humanos garantizan a todas las personas el derecho a la libre circulación y al establecimiento en el país de su preferencia.

¿Qué piensas tú? ¿Debemos reconocer a los inmigrantes su derecho a vivir y a trabajar en cualquier país, incluido el nuestro, tal como hemos hecho y seguimos haciendo nosotros, los españoles, cuando emigramos?

Guión: Víctor Bermúdez . Actores:  Eva Romero, Laura Casado.Voces: Chus García Fernández, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.