Forma y sentimiento en el arte.

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[Se oye música de un grupo ensayando. De pronto, una de las componentes del grupo interrumpe la música]
Cova.-¡Vale, vale, parad, chicas!
Espelunca.- ¿Qué pasa?
Felisa.- ¡Eso!, ¿qué pasa?, ¡si estábamos en lo mejor!
Cova.- Felisa, estás haciendo la frase cada vez de una forma, como te da la gana.
Felisa.- ¿Y qué?, eso le da más gracia.
Cova.- No, nada de gracia: si repetimos una frase, tiene que hacerse igual. Si no, se va al carajo la simetría.
Felisa.- ¿¡Y qué!? (con tono medio burlón): ¡la curva es bella! ¡Viva el caos!
Cova.- ¡Vale, pues tocamos cada una una cosa, y ya está! ¡Verás la belleza del caos! ¿Tú qué dices, Espe?
Espe.- No sé. Creo que hacer alguna variación no tiene por qué ser un caos, sino un enriquecimiento.
Cova.- Pero ¿no ves que se rompe la forma, que parece que nos estamos equivocando?
Espe.- La forma más simple no tiene por qué ser la más rica, Cova. Tú misma decías de nuestras primeras canciones que eran muy simplonas y repetitivas…
Cova.- Vale, pero eso tenemos que estudiarlo y escribirlo, no dejar que cada una hagamos lo que nos apetece.
Felisa.- ¿Estudiarlo…? Yo creo que os coméis la cabeza innecesariamente, y nunca mejor dicho. Lo que tenemos que hacer es tocar, tocar lo que nos diga el corazón. Así es como sale buena música.
Cova.- Pues mi corazón me dice que hay que hacer las cosas bien.
Felisa.- ¿Y qué es hacer las cosas bien en música? Yo cuando toco estoy dejando que fluya mi inspiración, no haciendo un ejercicio de geometría… ¡Para eso cogemos una fórmula, la metemos en el programa, y que toque el ordenador!
Espe.- ¿Y no podemos usar las dos cosas, el corazón y la cabeza?
Cova.- ¡Espe, tú siempre buscando la armonía!
Felisa.- ¡Sí, siempre haciendo las cosas con el corazón! (ríen)
…..


¿Qué hace bella a la música, o a la pintura, o a cualquier otro arte? ¿Es la belleza lo mismo que la proporción y la simetría? ¿O bien la belleza es la ruptura de todas las normas? ¿Es lo que nos diga la matemática y el intelecto, o lo que nos dice el sentimiento y el corazón…?

Se remonta por lo menos a Pitágoras la teoría de que la belleza es número, orden, proporción, simetría. En realidad, esto lo vemos por todas partes, tanto en la naturaleza como en las creaciones humanas: las simetrías de las colas del pavo real o de algunas plantas e incluso de los critales, por ejemplo, nos resultan bellas a primera vista. Y lo mismo puede decirse de las pirámides egipcias o de las pagodas. Incluso los científicos creen que eso tiene una base psicológica y biológica: las cosas ordenadas son previsibles, y eso nos proporciona seguridad y felicidad. Las obras de artistas como Bach y el arte clásico, basadas en proporciones numéricas y en secuencias ordenadas, parecen seguir esta concepción de la belleza.

Pero ¿qué pasa entonces con el arte “romántico”, el de la pasión desbordada y la ruptura de todo patrón, el de Beethoven y los pintores expresionistas, el de las voces desgarradas del rock o las improvisaciones imprevisibles del jazz…? También tenemos la experiencia de que esa ruptura de las formas nos emociona y resulta bella. Y es que también lo desconocido y lo misterioso nos resulta atrayente.


¿Es la forma racional, o es el sentimiento desbordado, quien hace bello a lo bello? ¿Será ambas cosas a la vez, o en diferentes aspectos? ¿Será que, como decía el filósofo Heráclito, la aparente desarmonía y el caos esconden un orden más profundo que somos capaces de captar estéticamente? ¿O será que, según decía Nietzsche, el artista se entrega al reto de someter a formas lo que es puro caos e irracionalidad, es decir, a mezclar al dios Apolo con el dios Dionisos?  

¿Qué piensas tú?

Guión: Juan Antonio Negrete . Actores: Eva Romero, María Ruíz-Funes, Laura Casado. Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.

¿Egoístas o solidarios?

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Crisantra.- Ay, que ilu. Este verano nos vamos de campamento.
Pri.- Qué suerte. ¿Y a dónde vais?
Cr..- Vamos a un pueblo abandonado que tenemos que ayudar a reconstruir.
Pri.- ¿Tú, Crisantra, haciendo de albañil?
Crisantra.- Y muchas más cosas. Tenemos que hacerlo todo nosotros. Habrá agricultores, carpinteros, cocineros, periodistas... Ah, y un alcalde, y tendrá que hacer las leyes del pueblo y todo.
Eremita.- ¡Anda, qué interesante!
Pe.- Oye, Crisantra, y si tú fueras la alcaldesa qué harías.
Pri.- !Buah, si fuera yo! ¡¡Fiesta todo el día!! Y que cada uno haga lo que quiera.
Cr.- ¡Si hombre! Si cada uno hiciera lo que quisiera, sería como una jauría de perros.
Pri.- Anda, esta. ¿Y por qué una jauría de perros? La gente es mucho mejor de lo que tú crees, Crisantra.
Pe.- Cris tiene razón. Si alguien no pone orden la gente se desmanda. Imagina, Primitiva, habría peleas por todo: que si yo quiero esta casa que es más grande, que si esta bicicleta la uso solo yo, que si esta huerta es mía...
Eremita.- ¿Y por qué, Petronilo? Yo creo que la gente puede comprender que es mejor compartir las bicicletas y las casas...
Pe.- Anda ya, Eremita. Si, por ejemplo, tú o tu grupo ha estado cortando leña toda la mañana, la querrán solo para ellos. Eso es normal. Y si lo comparten es porque les obligan.
Eremita.- O porque entienden que les sobra la leña, o que no hay más leña que la suya, y que los demás tienen derecho a no morir de frío.
Pe.- No, no la comparten, Eremita. En todo caso la venden, o la cambian por otra cosa.
Primitiva.- Ya, ¿y si no tienen dinero ni cosas que cambiar, les dejas morir?
Crisantra.- De eso nada. Yo, como alcaldesa tuya que soy, te expropio la leña que no necesites.
Pe.- ¡Eso es una injusticia! La leña la he cortado yo.
Crisantra.- Y el bosque es de todos, y en mi pueblo nadie se muere de frío porque a ti te dé por pasarte las mañanas cortando un árbol tras otro.
Primitiva.- ¡Muy bien, Cris! Así se habla.
Pe.- ¡¡Pero esta tía va a ser una tirana!! ¿No os dais cuenta?
Primitiva.- De tirana, nada. Hace lo que es justo.
Pe.- ¿Y eso quién lo dice? Hará lo que es justo para ella.
Eremita.- Y para todos, Petronilo. Todos tenemos el mismo derecho a no pasar frío.
Pe.- Y por eso me robáis la leña que he logrado con mi trabajo.
Primitiva.- Eso del robo y la propiedad habrá que discutirlo.
Pe.- ¿Qué discusión? La he conseguido yo, y, naturalmente, es mía.
Eremita.- Pues a mi lo que me parece natural, y además muy razonable, es repartir la leña entre los que la necesitan.
Crisantra.- Esto lo arreglo yo ahora mismo: “Ordeno y decreto que la leña...”
Eremita.- ¡Para, Cris! Estoy hay que arreglarlo hablando.


¿Crees que el hombre es egoísta por naturaleza? ¿Qué cada uno va a lo suyo? ¿Qué la solidaridad es cosa de héroes o de santos? ¿Crees que si nos dejaran abandonados en una isla desierta, con pocos recursos, nos lanzaríamos a una guerra de todos contra todos?

No hay ninguna evidencia de que el hombre sea un ser egoísta por naturaleza, como tampoco la hay de lo contrario, sin embargo, hemos asumido esta idea como una idea incuestionable y eso nos ha llevado a pensar que los comportamientos egoístas y violentos son comportamientos normales; vaya, lo único que cabe esperar en según qué circunstancias.

Los pensadores liberales han contribuido notablemente a la divulgación de esta tesis y nos han convencido, incluso, de que se trata de una tesis científicamente contrastada. El liberalismo ha tenido tanto éxito entre nosotros que nos hemos apresurado a montar Estados defensivos, cuya prioridad es, fundamentalmente, la de evitar la eventual agresión de los otros. Para el liberalismo somos individuos aislados permanentemente en lucha por la supervivencia y la misión del Estado es la de arbitrar esa lucha, marcar las reglas del juego para evitar tanto las arbitrariedad como la destrucción mutua.

Hay sin embargo otra forma de verlo. Dado que no tenemos evidencias acerca de la naturaleza humana, ¿qué crees que pasaría si partiéramos de otro presupuesto? ¿Y si pensáramos, por ejemplo, que el hombre es bueno y generoso por naturaleza y que si no se comporta como tal es porque nos hemos organizado mal? Porque la riqueza no se ha distribuido de forma igualitaria, porque hay ricos que se apropian de los pocos recursos que tenemos, porque solo algunos pueden tomar decisiones frente a una mayoría excluida y marginada… Los llamados republicanos piensan de esta manera. Para ellos el Estado no debería ocuparse tanto de defendernos como de articular formas democráticas de participación y de cooperación. Para el republicanismo el hombre es un ser social, vinculado a los otros, y con tendencias solidarias, y la misión del Estado es la de fomentar abiertamente tales tendencias.

Tanto liberales como republicanos aspiran a un mundo justo…pero es claro que su concepción de la justicia es bastante diferente, ¿cuál te convence más?

Guión: Mª Eugenia Rodríguez Palop y Víctor Bermúdez. Actores: Jonathan González,  Eva Romero, María Ruíz-Funes, Laura Casado. Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.



Filosofía y ciencia.

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Felisa.- ¿Qué optativa vais a cogeros? ¡Bueno, de Espe ya lo sé!
Cova.- Ella Historia de la Filosofía, claro.
Espe.- ¡Soy transparente como el agua de la fuente!
Cova.- Bueno: eso… y que nos lo repites todos los días…
Felisa.- Y Madriguero irá detrás… ¿verdad?
Madriguero.- Pues… esto…: no lo tengo decidido…
Cova.- ¡Con lo filósofo que eres tú!
Madriguero.- A ver: a mí me gusta todo lo que sea espíritu crítico, es verdad… pero hay cosas de la filosofía que no me atraen. Lo siento, Espe…
Espe.- ¿Sentirlo? ¡No lo sientas! ¡Pocos somos los elegidos! (ríe) Pero, ¿cuáles son esas cosas que te separan del verdadero camino, hermano Madriguero?
Madriguero.- ¿Respuesta corta?: todo lo que está superado por la ciencia, y todo lo que es oscurantismo… que es la mayoría. Platón y su rollo de que existe otro mundo, Descartes y la mente volando por ahí, sin el cuerpo, y cosas así. Menos Nietzsche y pocos más…
Cova.- Pues a mí esas cosas me parecen interesantes.
Madriguero.- Claro, Cova, porque tú eres creyente. Pero a mí me gusta la ciencia, no la superstición.
Espe.- ¿Tú crees que todas las preguntas que tienen sentido las responde la ciencia?
Madriguero.- Por supuesto, o las responde ella o no tienen respuesta. Y te digo sinceramente que me sorprende que tú lo dudes.
Espe.- ¿La ciencia nos puede decir qué es bello, qué es justo, o qué sentido tiene nuestra vida?
Madriguero.- En un sentido sí, y en otro no. Nos dice qué es bueno para nuestra supervivencia, y por qué nos gusta esto o lo otro: ¿te acuerdas del documental de los pájaros?
Espe.- ¿El que nos puso el profe de filosofía en Ética?
Madriguero.- Sí, ese: a las hembras les gustaba el baile del macho porque demostraba que estaba sano y podía tener buena prole… Pero, claro, en otro sentido esas preguntas que dices, no tienen respuesta, simplemente porque no tratan de cosas que existen, sino de nuestros gustos.
Espe.- Eso dicen algunos filósofos, sí.
Madriguero.- Los sensatos, o sea, los que se apoyan en lo que podemos ver y comprobar, y no se inventan consuelos como hace la religión.
Cova.- ¡Madriguero, no te metas tanto con quienes no somos tan materialistas! ¡Que sepas que muchos científicos no piensan como tú!
Madriguero.- Bueno, cada uno tiene sus manías…
Espe.- No es eso, Madriguero: me parece que no eres tan crítico como piensas. Das por resuelto el problema sin haberte parado a pensarlas.
Madriguero.- No hay que darle muchas vueltas a lo que está más claro que el agua… de la fuente.
Espelunca.- (tras un breve silencio de reflexión) ¿Sabes…? Me convencerás cuando me des una demostración científica de todo eso que has dicho.
Madriguero.- No te entiendo, ¿qué es exactamente lo que quieres que se te demuestre?
Espelunca.- Quiero que me demuestres científicamente que todo lo que se puede demostrar se tiene que demostrar científicamente.
Felisa.- ¡Espe y sus trabalenguas! ¡Eso sí que se les da bien a los filósofos!
Madriguero.- ¡Sí, te cambian una verdad por un acertijo!
Espelunca.- Pues tú no hagas lo mismo: tienes hasta el próximo lunes para demostrarme científicamente que lo que dicen Platón y Descartes no tiene sentido. Si no, te tendrás que matricular conmigo en Historia de la Filosofía.
Madriguero.- ¡De todas formas saldré ganando! (Ríen)



El positivismo o cientificismo es la teoría que dice que todas las preguntas que tienen sentido y posible respuesta son las que tratan de algo que se puede comprobar empírica o sensiblemente (viéndolo, tocándolo…), de modo que las preguntas metafísicas (o sea, las que tratan de cosas no físicas) serían absurdas. Paradójicamente, el positivismo no es una teoría que pueda probarse empíricamente, es decir, no puede ser verificada ni desmentida por ningún hecho, pues, al contrario, intenta establecer, a priori, qué debe considerarse como conocimiento correcto. Por ello, según muchos filósofos, el positivismo o cientificismo cae en contradicción consigo mismo. Una prueba más de que no es una teoría científica es que los científicos no la comparten unánimemente, es decir, ni mucho menos todos piensan que cuanto desborda a la ciencia carece de sentido.

Uno de los mayores ataques que ha sufrido la filosofía es el del positivismo o cientificismo. Se trata de un ataque que está en consonancia con el pragmatismo y la adoración de lo tecnológico propio de las sociedades modernas. Sin embargo, como hemos visto, es un ataque desde dentro, que solo podría destruir a la filosofía destruyéndose a sí mismo. Desde hace unas décadas, la mayoría de los filósofos, sobre todo en el mundo anglosajón de la filosofía llamada analítica, han abandonado el positivismo, al menos en su forma más cruda.

¿Qué piensas: todas las cuestiones que tienen sentido pertenecen a la ciencia?

Guión: Juan Antonio Negrete . Actores: Jonathan González,  Eva Romero, María Ruíz-Funes, Laura Casado. Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.

Trabajo y felicidad.

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Felisa.- ¡Jo, cómo se han pasado hoy con los deberes, sobre todo la de Lengua!
Covadonga.- Sí, se han pasado un montón.
Madriguero.- ¡Es su trabajo de esclavistas! ¡Hoy se han esmerado!
Covadonga.- Yo esta tarde no salgo, me la voy a pasar trabajando.
Felisa.- ¡Pues yo voy a pasar de hacerlos! No hay derecho a que no te dejen vivir.
Madriguero.- ¿Cómo crees que funcionaría el sistema si no nos enseñasen a hacer trabajos forzados desde pequeños?
Covadonga.- Bueno, reconozcamos que, si no nos mandasen trabajo, nos pasaríamos la tarde haciendo el tonto.
Felisa.- ¡Eso reconócelo tú!
Covadonga.- Es que pensáis que las cosas caen por la chimenea. ¡No, hija, no: cuesta mucho esfuerzo tener lo que tenemos!
Madriguero.- ¡Sí, eso nos quieren hacer creer: que vivir es trabajar! Según tu libro sagrado, Cova, nos va así desde que el Amo nos echó del paraíso, ¿verdad, Espe?
Espelunca.- No sería tan amo cuando no los puso a trabajar.
Madriguero.- Vale, tienes razón: pues se convirtió en Amo desde entonces, desde que, y pongo comillas, “pecamos”. Pero yo, Cova, no me creo ese cuento: no creo que la vida tenga que ser trabajar duro.
Covadonga.- ¿Entonces por qué trabajan tanto tus padres, para que comas y tengas casa?
Madriguero.- No trabajan para eso: trabajan para que tengamos mil cosas que no necesitamos, pero que les sirve a algunos para hacerse ricos. Esos son el problema
Felisa.- ¡Ahí le has dado, Madriguero! Yo voy a volver al paraíso, y empiezo esta tarde.
Cavadonga.- Y te pondrás en pelotas, ¿no?, como Eva…
Felisa.- ¿Por qué no?
Covadonga.- Porque estamos a diez grados, por ejemplo.
Madriguero.- ¡Otra patraña!: la ropa no se inventó para el frío, sino para esconder lo que se supone que tiene que avergonzarnos: ¡tu propio libro sagrado lo dice!
Covadonga.- El caso es que tenemos un montón de tarea, y por lo menos yo la voy a hacer. Si vosotros no, allá vosotros: el que no trabaje que no coma.
Espe.- La cuestión, creo yo, no es si trabajar o no trabajar.
Madriguero.- ¿No?, ¿entonces cuál es?
Espe.- ¿No veis con cuántas ganas hacemos lo que queremos hacer?
Covadonga.- ¡Ya, lo que es divertido! ¡Pero nadie quiere recoger patatas!
Madriguero.- Bueno, a mi abuelo, que está jubilado, es lo que más le gusta hacer. ¡Precisamente porque no tiene que hacerlo!
Espe.- Eso es.
Covadonga.- Vale, pero ¿quién querría hacer problemas de matemáticas, una y otra vez?
Espe.- Bueno, hay gente a la que le encanta. Y yo creo que a todos nos gustaría, si nos lo planteasen bien, y no por obligación y para ser evaluados.
Madriguero.- Y si no tienes otros problemas en tu vida, claro.
Espe.- Desde luego.
Covandoga.- Pues yo creo que si no fuera obligatorio venir al insti, no vendría nadie.
Felisa.- Por lo menos, a mí no me veríais el pelo por aquí.
Espe.- ¿Entonces no creéis que haya manera de juntar el trabajo con el amor?


En muchas tradiciones culturales se recoge la existencia de una edad mítica en la que no había que trabajar para vivir: la era de Cronos o de Saturno para los antiguos griegos y romanos, por ejemplo, o el Edén del Génesis. Por alguna razón, los seres humanos habríamos caído de aquella condición paradisíaca a nuestra actual existencia de trabajo, y todo nuestro sueño sería recuperar aquella existencia de puro juego y placer, de la que hoy solo tenemos un día a la semana (el Domingo, en que vivimos “como Dios”) y unos días al año: las fiestas y vacaciones. Según esta concepción, el trabajo se opone a la felicidad.

Sin embargo, algunos filósofos piensan que lo que se opone a la felicidad no es el trabajo sino solo el trabajo alienado, es decir, en un sistema injusto. Según Marx, por ejemplo, en una sociedad justa, donde todo el mundo fuese dueño colectivo de lo que se hace, todos seríamos felices aportando cuanto pudiéramos a la comunidad. No hay, pues, que soñar con un paraíso después de la muerte, sino traer esa condición a esta vida. Los deberes escolares, por ejemplo, son odiados por todo estudiante porque son alienantes: no son queridos y aprobados por los propios niños y jóvenes que los hacen.

Los adversarios del marxismo, sin embargo, objetan que es una ingenuidad creer que es posible eliminar el esfuerzo y el sufrimiento en este mundo, y creen que las condiciones comunistas de trabajo desincentivan a las personas, pues somos naturalmente egoístas y solo aceptamos tareas duras por interés propio.

¿Qué pensáis? ¿Es posible erotizar el trabajo, unir trabajo y felicidad? ¿Por qué todos los estudiantes odian los deberes: porque ser trabajosos o por ser deberes?

Guión: Juan Antonio Negrete . Actores: Jonathan González,  Eva Romero, María Ruíz-Funes, Laura Casado. Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.