PARA ESCUCHAR EL PROGRAMA PULSA AQUÍ.
Covadonga.-
¿Os habéis enterado? A Álvaro le han abierto un expediente ¡por
fin!: se queda sin venir a Praga.
Felisa.- Pues yo me alegro: nos iba a dar el viaje, con sus matonerías.
Espelunca.-
A mí me da más lástima que otra cosa: es un pobre inconsciente…
Covadonga.-
¿Inconsciente? ¡De eso nada!, sabe muy bien lo que hace.
Espelunca.-
¿Tú crees que hace daño a posta?
Felisa.- ¡Claro que sí: se divierte así!
Covadonga.-
Yo no sé si lo hace para hacer daño: lo que sé es que va a lo
suyo, y los demás le importan un bledo. Es un egoísta.
Felisa.- ¡Pero esta vez le ha salido el tiro por la culata! Creía que
nunca se iban a atrever a meterle mano…
Madriguero.-
Y ¿qué consigue con ser así? Estoy con Espe: ¡Al final está más
solo que la una! Un tipo así no puede tener amigos…
Covadonga.-
¡Que se fastidie, y lo piense antes!
Madriguero.-
¿Ves?, le estás dando la razón a Espe.
Covadonga.-
¿Cómo…?
Madriguero.-
Si dices que es que no lo piensa, entonces es que lo hace por
ignorancia. Si pensase bien que así no gana nada a la larga,
actuaría de otra manera. Al fin y al cabo, la diferencia entre él y
tú (o yo) es que nosotros somos egoístas inteligentes, y él es un
ceporro.
Covandonga.-
¡Menuda excusa! Así, todos los que hacen maldades, incluido Hitler,
son unos pobres ignorantes… Pues no: son malos porque van a lo
suyo, y no se paran a pensar en los demás porque no quieren. Unas
veces les sale mal, y otras muy bien.
Madriguero.-
Pero, Cova, ¿tú no eres creyente?
Covadonga.-
¿Y qué?
Madriguero.-
¿No dice Cristo eso de perdónalos porque no saben lo que hacen?
Covadonga.-
También dice que muchos van a ir al infierno.
Espelunca.-
Pues yo creo que a todas las personas se las puede cambiar. ¿No ves
cómo antes, en época de nuestras abuelas, era normal que la mujer
estuviese sometida al varón? Eso se va cambiando poco a poco, con
educación.
Covadonga.-
Tú eres una ingenua, Espe, una happy flowers: crees que to el mundo
es bueno. ¡Verás que leches te vas a llevar en la vida!
Espelunca.-
Creo que tú y yo hemos tenido mucha suerte, Cova. No querría estar
en el pellejo de Álvaro, y no creo que nunca “le salga bien”,
como dices. Simplemente, nadie querría ser así. Pero ¿sabemos cómo
le han tratado a él desde niño?
Covadonga.-
¡Ya, la culpa la tiene otro, o la tenemos todos…!
Espelunca.-
No hablo de culpa… sino de ignorancia.
¿Qué
relación hay entre maldad e ignorancia?
Alguien
ha dicho que “la ignorancia es la raíz cuadrada de la maldad”.
Sócrates, y su discípulo Platón, defendieron que, en el fondo, la
maldad es ignorancia, porque siempre deseamos lo que creemos bueno.
Pero ¿qué ignora el egoísta, que sabe muy bien el daño que causa
para satisfacer sus intereses? Precisamente, según estos filósofos,
se ignora a sí mismo: cree que sus verdaderos intereses consisten en
acumular riqueza o placeres, pero su auténtico interés, aunque él
no lo sepa, es ser una buena persona. Por eso nunca termina de ser
feliz. Por tanto, el único remedio contra la maldad es la educación,
pero la educación filosófico-moral, es decir, la indagación de esa
frase que Sócrates tomó de Apolo como regla de vida: “conócete a
ti mismo”. A esta concepción se la conoce como “intelectualismo
moral”.
Pero,
por supuesto, no todos los filósofos aceptan el intelectualismo
moral. Ya Aristóteles objetó a Sócrates que si el mal fuese
ignorancia no se explicaría por qué atribuimos culpa (y no solo
ignorancia) a la gente. Según Aristóteles, en la acción entre en
juego un factor que no se reduce a conocimiento: la decisión o
voluntad. Y es esta la que hace a la acción moralmente buena o mala.
En
el pensamiento cristiano ha habido algunos teólogos que han
defendido el intelectualismo moral, pero la mayoría de ellos, y la
versión ortodoxa, dice que la maldad existe, y no es simple
ignorancia: en otras palabras, el infierno no está vacío.
El
gran pensador de la ética moderna, Kant, también se opuso a la
tesis de que nuestras acciones dependen solo del conocimiento. Para
Kant, la voluntad es superior al conocimiento, y es la voluntad lo
que nos hace buenos o malvados. Nada hay bueno salvo una buena
voluntad, dijo. Creía que todo el mundo, incluidos los analfabetos,
sabe perfectamente, desde su nacimiento, lo que es bueno o malo. Por
tanto, la educación tendría poco que hacer en el mejoramiento de la
humanidad: consistiría, a lo sumo, en recordarnos lo que
presuntamente ya sabemos, pero no podría cambiar al malvado.
Sin
embargo, una de las bases de los sistemas penales de las sociedades
modernas es la idea de que los delitos dependen en gran medida, si no
en toda, de la educación recibida (en el seno de la familia y en el
contexto social en que uno se ha criado), y que la mala conducta
puede revertirse mediante procesos educativos, y producirse, así, la
reinserción.
¿Qué
piensas tú: la maldad es solo ignorancia, o se puede saber qué es
bueno y, sin embargo, hacer lo malo?
Guión: Juan Antonio Negrete . Actores: Eva Romero, Jonathan González, María Ruiz-Funes, Gema Ortiz, Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.
De qué libros sacaste esos referentes?
ResponderEliminarEl que es malo debe responder a sus actos si no es humano.
ResponderEliminar