El cuento de Jámblico


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Primitiva.- Mira, mira, como coge la curva... ¡Es genial! ¡Me encantaría ser piloto de carreras!
Crisantra.- Bah. Yo preferiría hacer carrera en Wall Street. Y comprarme todos esos coches con sus pilotos dentro, mmm
Eremita.- ... Me recordáis un historia que contaba un sabio muy antiguo, un tal Jámblico.
Primitiva.- ¿Iba de coches de carreras?
Crisantra.- Sería de cuadrigas, burra. Bueno qué, ¿la vas a contar?
Eremita.- Si queréis...
Primitiva y Crisantra: ¡¡Venga!!
Eremita.- Jámblico era un filósofo griego, y decían que decía que había tres tipos de persona que van al estadio olímpico... (Ruído de flashback, a partir de ahora hablan Jámblico y sus discípulos, que son Primitiva y Crisantra...)
Jámblico (con voz de viejo e imponente filósofo).- … Los atletas, que van al estadio a competir son el primer tipo, los comerciantes que van a hacer negocio, el segundo, y los espectadores que van a contemplarlo todo son el tercero. Y ahora decidme, amigos, cual de estos tres tipos os parece que hace lo propio de un hombre...
Discípulo 1 (Primitiva).- !Los atletas, maestro! Son los protagonistas del espectáculo... Y son tan hermosos...
Jámblico. - ¿Pero has pensado, querido, lo que hace el atleta? ¿Crees que correr o saltar es más propio de un hombre que de un animal bien adiestrado?
Discípulo 2 (Crisantra).- ¡Los comerciantes, maestro! Ningún animal puede hacer lo que ellos hacen.
Jámblico.- ¿Te refieres a buscar el máximo beneficio con el mínimo coste? Yo diría que eso es justo lo que hacen los animales. ¿Conoces alguno que haga cosas sin buscar un premio?
Discípulo 3 (Eremita).- Solo quedan los espectadores. Pero no sé si lo entiendo maestro.
Jámblico.- Solo el espectador, amigos, hace lo propio de un ser humano.



Para los antiguos sabios griegos no existía aspiración más digna y propia de un ser libre que la contemplación del mundo: el saber por el saber.
A diferencia de las grandes civilizaciones de Oriente, en las que la sabiduría siempre estuvo ligada a la tradición y la práctica religiosa, los filósofos occidentales abrieron paso a un cultura orientada al conocimiento teórico del mundo y a la afirmación de la razón humana.
En nuestra época esta filosofía clásica y humanista entró en crisis. Los propios filósofos creyeron descubrir que no hay conocimiento sin interés ni sin mitología. La razón pura se mostró imposible. Y la verdad se concibió con espíritu escéptico y pragmático. La verdad, dijo Nietzsche, no es más que la mentira más útil.
¿Para qué entonces la filosofía, ese deseo de comprender objetivamente el mundo? ¿No será mejor tomarse la vida con espíritu deportivo, decía Ortega y Gasset? ¿O entregarse sin complejos al juego del poder y el gozo sensual? ¿No será mejor ser un deportista de élite, o un exitoso emprendedor, que un filósofo? ¿Qué utilidad tiene pensar?
¿Qué pensáis? ¿Hay alguna actividad que sea la más propia del hombre? ¿Para qué sirve pensar? O peor aún: ¿para qué sirve un ser humano?

Guión: Víctor Bermúdez . Actores: Benito Macías, Eva Romero, Gema Ortiz, María Ruíz-Funes. Voces: Mónica Burgoa, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.

2 comentarios:

  1. Una de las principales causas del sufrimiento es la ignorancia. ¿Cómo puede un verdadero ser humano dedicarse al deporte o a ser un exitoso emprendedor sin saber de dónde viene, qué es, qué es esto y hacia dónde va? Pensar sirve para intentar salir de la falta de conocimiento, o por lo menos calmarse un poco leyendo a Jámblico.

    Un ser humano pensante sirve para enriquecer a un emprendedor exitoso que financia a un deportista de élite, pues debe trabajar para sobrevivir mientras piensa.

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    1. Gracias por tu inteligente comentario. Estoy totalmente de acuerdo. Un cordial saludo.

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