¿Cuántas cosas?

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Antronita (hermana pequeña de Espelunca).- ¡Bueno, ya está! Me debes cuatro euros y dos abrazos.
Espelunca.- ¿¡Ya!? ¡Pues sí que te ha cundido!... ¿no habrás hecho trampas?
Antronia.- ¡No!, ¿trampas yo? Te he limpiado los zapatos rojos y he quitado de tu mesa las cuatro pinturas que me dejé ayer.
Espelunca.- ¡Vamos a ver, vamos a ver! Yo te dije que te daría un euro o un abrazo por cada cosa que hicieras. A mí me salen dos cosas… ¡A ver cómo cuentas tú!
Antronia.- Los zapatos son dos cosas, ¿no?: dos zapatos; y las pinturas, otras cuatro: la azul, la roja, la amarilla y la negra.
Espelunca.- ¡Qué cara tienes! Los zapatos son una cosa: un par-de-zapatos.
Antronia.- ¡Un par, tú lo has dicho!
Espelunca.- Y recoger las pinturas es hacer una sola cosa, creo yo. ¿O crees que cuanto papá o mamá barren, dicen que han barrido cientos de pelusas? ¿O, si yo te quiero mucho a ti, entonces quiero a millones de células, que es lo que eres tú?… ¿Cuántos besos y abrazos te cobro por eso?
Antronia.- ¡No es lo mismo! Yo sí soy una sola cosa. No puedes separar mis células.
Espelunca.- ¿Que no? ¡Vente a la cocina conmigo, verás!
Antronia.- A los zapatos y a las pinturas no les pasa nada por separarlas, a mis células sí.
Espelunca.- ¡Madre mía, lo que le das al tarro con lo pequeña que eres! Solo por eso te has ganado los euros y los abrazos.
Antronia.- ¡Gracias, lo que tú me enseñas…!
Espelunca.- Pero los euros te los voy a dar en partículas atómicas, después de fundirlos; y los abrazos… bueno, en los abrazos ¡me voy a fundir con una sofista tan descarada y alegre!




Una de esas cosas aparentemente inútiles o incluso absurdas, a las que dan vueltas los filósofos, es la de cómo hay que dividir o “individuar” las cosas. ¿Es lo mismo una cosa que sus partes? ¿Qué cosas son realmente cosas y cuáles son solo montones que acumulamos nosotros con nuestra imaginación? Una montaña, por ejemplo, ¿es una cosa, o es solo un montón de piedras, o un super-montón de partículas? A lo largo de la historia siempre ha habido filósofos que creían que, en realidad, solo hay una cosa, el Todo, y las demás, las cosas particulares, son eso: partes. Nosotros mismos seríamos un trocito de esa naturaleza única, como una ola es solo un trocito del océano, y vuelve a él al cabo de un tiempo.
Otros filósofos, en cambio, creen que hay muchísimas cosas: tantas como sean las partículas últimas que componen todas las cosas: los famosos átomos o indivisibles. En ese caso, una persona no es realmente algo uno, sino un montón de partículas. Otros autores escogen caminos intermedios entre los anteriores, y creen que, a diferentes niveles, son individuos las personas humanas, los animales, las plantas… Otros, en fin, creen que se trata de un debate realmente absurdo, porque es una discusión de palabras. Depende, por ejemplo, de cómo elijas definir “cosa” o “individuo”. Pero esto no cambia nada de nuestra vida.
En los años recientes este tema se ha discutido mucho entre los profesores de las principales universidades americanas, inglesas, australianas y otras, donde predomina la llamada “filosofía analítica”. Un filósofo de Nueva York, Peter VanInwagen [piter ven-inguíyon], es famoso por afirmar que realmente no existen las montañas, ni las sillas, ni ningún objeto que no sea una partícula o que no tenga consciencia. Las montañas y las sillas son solo montones “montañiformes” y “sillimorfes”. En cambio, una persona, o un animal consciente, tienen auténtica identidad, según él.
Aunque el tema parece, ciertamente, de la más suprema inutilidad, merece la pena recordar que algunas veces (por ejemplo, las aseguradoras de las Torres Gemelas tras el atentado) se ha requerido a los filósofos como peritos para determinar si, por ejemplo, las cosas aseguradas eran una sola o varias. Claro que cuando los abogados, peritos y jueces ven que ni los propios filósofos se ponen de acuerdo… seguramente piensen que los filósofos no tienen remedio.

¿Qué piensas tú? ¿Cuántas cosas son “un par de zapatos”? 


Guión: Juan Antonio Negrete . Actores: Eva Romero, Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.

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