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Covadonga.-
¿No repasas para el examen, Espe? ¿Te has hecho chuletas? ¡Mira
que me extraña!
Espe.-
No, no me he hecho chuletas. No voy a hacer el examen: no estoy de
acuerdo.
Covadonga.-
¿¡Qué dices!? ¿No sabes que, si no lo haces, te suspende toda la
evaluación? ¡Si, además, a ti este examen te beneficia: tú esto
lo controlas…!
Profesor.-
Buenos días, chicos. Bien: guardad apuntes y libros. (Breve
silencio)
¿Qué pasa Espelunca, hay algún problema?
Espe.-
Verás, Alberto, no voy a hacer el examen.
Profesor.-
¿Y eso? ¿Te pasa algo?
Espe.-
No. Solo que… sinceramente, no estoy de acuerdo con que lo hayas
puesto, así: me parece que lo has hecho de manera arbitraria, para
castigar a algunos.
Profesor.-
(Con
tono amigable y algo irónico)
¿De manera arbitraria? ¿Tengo que pedir permiso para poner un
examen?
Espe.-
Creo que…
Profesor.-
(interrumpiéndole,
pero sin brusquedad)
Recuerda que la mayoría de tus compañeros estuvieron de acuerdo.
Espe.-
Lo aceptaron, sí, pero…
Profesor.-
(interrumpiéndole,
pero con tono siempre contenido)
¿Quién tiene la autoridad aquí?
Espe.-
El poder lo tienes tú.
Felisa.-
¡Espe, anarquista! ¡Espe al poder!
Profesor.-
Tú no estás de acuerdo, bien. Pero hay que respetar los
procedimientos, ¿no? ¿Qué pasaría si cada uno obedeciese solo las
normas que le gustan?
Espe.-
No es que me guste o no… ¿Qué pasaría si todos obedeciésemos
siempre al que manda? El año pasado, cuando explicaste el
totalitarismo, nos dijiste que no todo poder es legítimo, y que
tenemos derecho, e incluso deber, de no obedecer cualquier autoridad
… Para mí fue una gran lección.
Profesor.-
Bueno, Espelunca, me gusta que aprendas así. Está bien, chicos: no
sé si Espe tiene razón esta vez, pero creo que su argumentación es
muy respetable, así que, mientras lo pienso, lo único que se me
ocurre es permitir la objeción de conciencia para aquellos de
vosotros que no encuentren correcto este examen. Ya discutiremos otro día
el asunto.
¿Es
legítimo todo poder establecido? ¿Cuándo lo es?
Algunos
filósofos creen que hay un “derecho natural”, objetivo e
independiente de lo que opinen los hombres, y solo es legítimo el
poder que se ajusta a él: una banda de ladrones no deja de serlo
porque tenga fuerza para dominar a todos, decía san Agustín.
Esta teoría justificaría la crítica al poder establecido e incluso
la rebelión contra él en caso extremo, pero tiene serios problemas:
ese derecho “natural” no es nada físico o natural, sino
metafísico (estaría en el mundo de las ideas, o en la Mente divina
según la versión teológica), y ¿qué poder real tiene algo que no
es físico?; además, es subjetivo, porque parece que no todos
tenemos la misma idea sobre su contenido.
Por
eso, otros filósofos (los positivistas jurídicos), creen que
lo legítimo no es más que lo que está establecido, es decir, lo
que tiene el poder real para hacerse obedecer. Pero, entonces,
¿Hitler, por ejemplo, era un gobernante legítimo, como decían en
su descargo sus subordinados durante los juicios de Nüremberg?
Hoy
en día ese problema sigue plenamente vigente. Mientras que algunos
ciudadanos creen que sus gobiernos no son legítimos, quienes están
en el poder suelen tender a identificar legalidad con legitimidad.
¿Qué
pensáis? ¿Es lo legal lo mismo que lo legítimo? ¿Existe un
derecho “natural” como fuente de toda legitimidad?
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Guión: Juan Antonio Negrete. Actores: Francisco Quirós. Eva Romero. Laura Casado. María Ruíz-Funes. Voces: Víctor Bermúdez, Mónica Burgoa. Producción: Nono Blázquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.
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