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[Suenan, con cierta
frecuencia, sonidos de móvil, wasaps, etc.]
Felisa.-
Bueno, ¿y qué vais a llevar vosotros? ¿Tú, Cova…?
Covadonga.-
[despistada] Sí… sí… ¿qué?
Felisa.-
(impaciente) Te pregunto qué vas a llevar tú, de ropa, de
comida…
Covadonga.-
¡Ah, pues… no sé! No lo he pensado todavía.
Felisa.-
¿Y tú, Madriguero?
(suena
una señal de móvil – durante el resto de la conversación suenan
de vez en cuando)
Madriguero.-
Perdona, Felisa, que tengo un whatsapp…
Felisa.-
(enfadada) Bueno, ya está bien, ¿¡queréis dejar de una pu…ñetera
vez los móviles!?
Covadonga.-
¡Chica, no te pongas así!
Felisa.-
¡Si no me hacéis ni caso! ¿Estamos montando una acampada y no
podéis separaros un momento de los malditos chats? ¿¡Así vais
vosotros a aguantar tres días en el campo!? ¿Os vais a llevar
también el microondas?
Madriguero.-
(en tono de broma) No me parece una tontería…
Covadonga.-
Lo que sí hace falta es dejar el coche cerca…
Felisa.-
¡Pues no, tíos, esa no es mi idea de una acampada! Yo voy para
estar en contacto con la naturaleza, sin tener que oír todo el rato
señales de móvil, motores ni nada.
Covadonga.-
Pero, Felisa, ¿¡no vamos a hacer fuego con palos, no!? Chica, si
existen los móviles y las cocinas de gas, es de tontos no usarlos.
Madriguero.-
Es que Felisa es enemiga de la tecnología. (en tono burlón pero
cariñoso) ¡Más que cavernaria es primitiva!
Felisa.-
¡Vaya acampada que me vais a dar!
Madriguero.-
¡Tú puedes acampar más arriba, con Espe, que seguro que está de
acuerdo contigo!, ¿verdad, Espe?
Espelunca.-
Creo que Felisa tiene razón en que hacemos mal uso de esas cosas: es
una falta de respeto estar hablando por chat con otros cuando la
tienes a ella delante. Y también estoy con ella en que nos vamos de
acampada para librarnos, por unos días, de tantos trastos, de coches
y microondas, para vivir en contacto con la naturaleza, que se nos ha
olvidado, y para mirarnos a la cara nosotros mismos…
Felisa.-
¡Muy bien dicho! Así que propongo que nos dejemos los móviles en
casa, y acampemos a tomar leches del coche.
Covadonga.-
¡Qué miedo! ¿No te acuerdas del año pasado, cuando tuvimos que
llamar al padre de Juan, porque nos habíamos perdido?
Madriguero.-
¡Más aventura!
Felisa.-
Bueno, yo me voy: ya me diréis lo que vais a llevar cada uno… si
os deja tiempo el whatsapp
Madriguero.-
(irónico) Oye, Felisa: no me dirás que vas a volver a tu
casa en coche (risas) No, ahora en serio: no te preocupes,
esta noche te cuento lo que hayamos pensado, te lo cuento por skype…
Felisa.-
¡Ok, va… (dándose cuenta del chiste) ¡Anda y que te
zurzan!
Covandoga.-
¡Pero con una máquina eléctrica! (risas)
¿Qué
ganamos y qué perdemos con la tecnología? El uso sistemático de
instrumentos, cada vez más complejos y poderosos, nos distingue del
resto de los animales, hasta el punto de que se podría definir al
humano como el animal técnico. Según cuenta un mito que Platón
pone en boca del sofista Protágoras, los dioses nos dieron la
habilidad técnica para suplir nuestras carencias naturales. La edad
moderna, y en especial desde la Ilustración para acá, identifica en
parte el progreso humano con el desarrollo tecnológico.
Normalmente
suponemos que la técnica es un bien, incluso un gran bien: ¿quién
rechaza un adelanto técnico? Hasta los más reacios acaban haciendo
uso de los nuevos aparatos. Sin embargo, la técnica no carece de
consecuencias. Con la técnica somos capaces de dominarnos y
destruirnos masivamente, y destruir al resto de la naturaleza. Muchos
dirán que la tecnología es, en sí misma, neutral, y que el mal
está en nosotros. Aun si fuera así, cabe plantearse ¿no disponemos
acaso de una tecnología para la cual no tenemos la suficiente altura
moral e intelectual? ¿Es sensato poner una navaja en manos de un
chimpancé?
Pero
hay quienes piensan que la tecnología, no solo no es un gran bien,
ni siquiera algo de valor neutro, sino que la ven intrínsecamente
como un mal. Según cierta visión “naturalista” o ecosófica, la
tecnología nos aleja y convierte progresivamente en el enemigo de la
madre naturaleza. No es, como decía el mito de Protágoras, que la
técnica supla nuestras carencias, sino, al contrario, nos va
haciendo más inadaptados en la medida en que hacemos uso de ella.
Rousseau decía que el desarrollo de la medicina, por ejemplo,
nos hace cada vez más enfermos e incapaces de defendernos.
El
gran filósofo alemán del siglo XX Martin Heidegger defendió que la técnica es la muestra de que el hombre ha olvidado
completamente aquello para lo que estaba realmente destinado, es
decir, para pensar el don del ser, y ha cosificado a los seres. Cada
vez llegamos más rápido a las cosas, cada vez las manipulamos más
eficientemente, pero cada vez estamos realmente más apartados de lo
que realmente significan.
¿Qué
crees: es la tecnología el mayor de los bienes, el mayor de los
males, o un arma que hay que usar con mucho cuidado?
Guión: Juan Antonio Negrete . Actores: Jonathan González, Eva Romero, María Ruíz-Funes, Gema Ortiz. Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.
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