Madriguero.- Bueno,
Espe, te dejo. ¡Ah!, y esta tarde no puedo ir con vosotras: tengo
que estudiar para el examen de probabilidad.
Espe.- Pero ¿Felisa
no tiene que hacer ese mismo examen?
Madriguero.- Claro
que sí.
Espe.- Pues ella me
ha dicho que sí viene.
Madriguero.- ¡Ya!,
pero es que Felisa…, ya lo conoces, vive al día…
Espe.- ¡Déjala, es
feliz! ¡Total!, ¿quién sabe qué va a ocurrir mañana?
Madriguero.- Sí,
eso nos dijo el profe de lengua con su carpe diem… aunque luego no
hace más que hincharnos a tareas para el día de mañana…
Espe.- ¡Ay, somos
seres tan contradictorios!… ¿Ves?, no se puede saber por dónde
vamos a salir.
Madriguero.- Lo que
sí te puedo asegurar es que mañana tengo un examen.
Espe.- ¿Me lo
puedes A-SE-GU-RAR?
Madriguero.- Por los
ojos que me pones veo que estás con otra de tus divagaciones
filosóficas.
Espe.- Pues sí, lo
has adivinado…
Madriguero.- La
verdad es que no es difícil adivinarte. ¿Cuándo descansas de
pensar?
Espe.- ¡Escucha!
Pregúntate seriamente: ¿cómo sabemos lo que va a pasar mañana? Es
más, ¿cómo sabemos lo que va a pasar dentro de un minuto? ¿Y si
desaparece todo dentro de un minuto, o todo se transforma
inesperadamente?
Madriguero.- Bueno,
los científicos saben bastante bien lo que va a pasar, ¡hasta los
meteorólogos! ¿Cómo lo hacen? Pues han observado mucho las cosas y
han encontrado sus patrones de conducta. Esta noche, por ejemplo,
habrá lluvia de estrellas…
Espe.- Sí, ya lo
sé. Pero la cuestión es: ¿cómo sabemos que las cosas van a seguir
con los mismos patrones de conducta, que no se van a salir de la
norma? ¿Es que no pueden cambiar?
Madriguero.- Como
poder… supongo que pueden. Pero no es nada probable.
Espe.- ¿Por qué?
Madriguero.- Porque
siempre se han venido comportando así.
Espe.- ¿Y qué?
¿Que siempre se hayan comportado así significa que tengan que
seguir haciéndolo?
Madriguero.- ¡Es la
probabilidad! Precisamente de eso va mi examen: si tiras un dado al
aire, y no está marcado, tienes un sexto de probabilidades de que
caiga en seis. Y si pruebas a hacerlo, verás que, cuantas más veces
lo intentes, más se acerca a ese resultado.
Espe.- ¡Ya, ya!,
pero… ¿cómo puedes saber que, si lo intento, no va a salir
siempre el seis? ¿Es que las cosas tienen necesariamente que cumplir
la probabilidad matemática? ¿Cuánta probabilidad hay de que las
cosas respeten las leyes de la probabilidad?
Madriguero.- Vale,
vale. La verdad es que tendría que pensar lo que dices: tus locuras
siempre tienen algo de fundamento. Lamentablemente, sigo creyendo que
es bastante probable que mañana tenga examen de probabilidad. Así
que tendré que aplazar el debate ¡si no es que se esfuma el mundo
antes de que nos veamos!
¿Por qué creemos
que saldrá el sol mañana, y que las cosas se comportarán de la
manera habitual? Sin pararnos a pensarlo a fondo, nos puede parecer
algo completamente lógico: si el sol ha salido todos los días, lo
más probable es que salga también mañana. A esto se le conoce como
razonamiento por inducción: la observación de que, siempre que lo
hemos observado, al suceso X le sigue el suceso Y, llevaría a la
conclusión de que siempre que sucede X sucederá Y. ¿Siempre?
Bueno: nada que dependa del futuro puede asegurarse con total
necesidad, pero al menos será muy probable…
Sin embargo, algunos
filósofos han señalado que el razonamiento por inducción es
inválido. El más famoso de estos filósofos fue David Hume. Hume
hizo ver que no hay ninguna necesidad de que, porque haya ocurrido
una cierta correlación de hechos un número indeterminado de veces,
vuelva a ocurrir en el futuro. Ni siquiera puede hablarse de que sea
más probable, objetivamente hablando: ¿cómo podríamos calcular la
probabilidad de que el sol salga mañana, si no podemos siquiera
conocer el número de casos y alternativas posibles? Para Hume,
nuestra creencia en que el futuro seguirá comportándose como ha
venido siendo el pasado, no es más que eso, una creencia, un hábito.
En realidad, nadie puede afirmar con ninguna certeza lo que ocurrirá
en el momento siguiente.
Los filósofos
posteriores a Hume no han llegado a una solución aceptable al
problema que él planteó. Kant propuso que la ley de que todo lo que
ocurre tiene necesariamente una (misma) causa, es una verdad
necesaria porque está en nuestra mente, en nuestra manera de
comprender las cosas. Pero esto parece hacer puramente subjetiva esa
ley.
Un filósofo francés
actual, Quentin Meillassoux cree que Hume dio con
un gran descubrimiento, que nos negamos a aceptar: la única cosa
realmente necesaria, dice este filósofo, es que nada ocurre
necesariamente, que todo es contingente, que todo podría ser de otra
manera en cualquier instante, que el futuro es literalmente
impredecible.
Pero, entonces, ¿por
qué las cosas parecen funcionar tan regularmente? ¿Es que hay una
inteligencia divina que las conduce? ¿O es que nos parecen regulares
a nosotros porque tenemos poca perspectiva para ver en la inmensidad
del infinito?
¿Qué crees? ¿Está
el futuro completamente abierto, o hay leyes necesarias o, al menos,
probabilísticas, que determinan lo que ocurrirá?
Guión: Juan Antonio Negrete . Actores: Eva Romero, Jonathan González, Laura Casado, María Ruíz Funes. Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.
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