El cuento del amor.

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Dijo el escritor Oscar Wilde que cuando los dioses quieren castigar a los hombres, les conceden lo que desean. ¡Qué decepción entonces!... Somos... el animal insatisfecho. Porque nuestro deseo – decía el poeta Luis Cernuda – es una pregunta cuya respuesta nadie sabe...

Eso que nos hace tan disconformes es lo mismo que nos mueve y nos crece. Es el modo de ser de los que nunca llegamos a ser...

Buscar la perfección es, primero, saber que nos falta. Pero ¿cómo nosotros, tan de barro inmundo, tan imperfectos, vamos a saber nada de la perfección ?

Cuando una pregunta no tiene respuesta (o un deseo no tiene cura) lo mejor, siempre, es contar un cuento. Como este.

Cuenta el filósofo Platón que en un banquete de cuento, que celebraron unos nobles amigos en honor de uno de ellos (el más cuentista, pues era poeta), decidieron invertir la gracia y la luz del vino trasegado en hablar de amor. Y cuando fue el turno de un tal Sócrates, éste contó lo que una sabia mujer, Diotima, le contó una vez acerca de lo que contaban del nacimiento de Eros, el dios del Amor.

Cuenta este cuento de cuentos, que en un olímpico banquete, en que los dioses celebraban el nacimiento de Afrodita, diosa de la belleza (esa brillante faz con que espejean, aquí abajo, los celestes sueños), salió a tomar el éter, borracho de néctar, Poros, el dios de los recursos, y encontrose allí, en los jardines del palacio de Zeus, a la pobre Penia, diosa de la carestía que, olvidada por todos, vagabundeaba entre los restos del divino festín. Y he aquí que Penia, pobre pero no tonta, se aprovechó de la inconsciencia de Poros y solazándose con él concibió ese día un hijo, al que, por su naturaleza, pusieron de nombre Eros, o Amor.

Esto es amor, dice Platón en su cuento. El hijo de lo Mucho y de lo Poco, de la borrachera del Dios que Todo lo logra y la mísera inteligencia de la Diosa que Nada tiene, de lo Perfecto olvidado de sí, y de la Imperfección consciente de sí. Este hijo, el Amor, heredó por su divino origen el sueño de lo Uno y lo Completo, y, por parte de madre, la triste, pero no menos divina rémora de lo Partido y lo Cojo.

Y desde entonces Eros, hecho cuerpo, renquea y brinca por la Tierra atento a cada bella (y afrodisíaca) llamada del Cielo. Y este Amor, en la forma de la flecha que nos excita y tensa por dentro, es el Alma que a los hombres anima a unir lo que parece distinto, a hacer verdaderamente uno a lo mentiroso y doble.

Amor apunta con bizco y tembloroso esfuerzo de arquero a lo que paternalmente nos llama, desde la caverna o valle qué habitamos a la vertical llanura de los sueños. Deseo, alma vagabunda, sueño inasible de belleza, sombra del Sol que sostiene las espaldas del cielo, solo eso, desde que Platón lo dijo, con luminosa y parecida borrachera a la del dios padre, y la inteligente y verbosa mentira de la seductora Penia, es el Amor. 

Y eso somos tú y yo. Y, por eso, ni tú, ni yo. Quien lo pensó, lo sabe.


Guión: Víctor Bermúdez . Voces: Chus García y Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.

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