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Crisantra.- Jo,
Primitiva, vaya vidorra que te pegas. Llevas toda la mañana tumbada
al sol.
Primitiva.- ¿Y qué?
¿Es acaso pecado?
Cris.- Pues sí. El
pecado de la pereza. Podías hacer algo más provechoso.
Primitiva.- ¿Más
provechoso que dormitar al sol, leer y meditar? ¿El qué?
Cris.- Pues ayudar a
tu padre, el pobre, que está solo en el bar.
Primitiva.- Quiá.
Es su turno. Lo mío son las tardes y las copas.
Cris.- Pues acabo de
pasar y tiene la barra a tope. Algunos clientes se le iban por no
poder atenderlos.
Primi.- Bueno. Hay
otros bares cerca. También tienen que vivir, los pobres.
Cris.- ¡Anda
que!... Desde luego, nunca seréis nada en la vida.
Primi.- ¿Y esta? ¿Y
que hay que ser en la vida, según tú?
Cris.- ¡Pues un
triunfador! Y aprovechar un buen negocio, como podrías hacer tú.
Primi.- Ya me
aprovecho. No me ves aquí, retozando al sol.
Cris.- No, tontaina.
Aprovecharlo de verdad. Ay, si yo fuera tu...
Primi.- ¿Qué es lo
que harías?
Cris.- Pues, con lo
bien que cocina tu abuela, y con el sitio que tenéis, ¡buah!... De
entrada, ampliaría el local, y montaría un buen restaurante, no esa
tasca que tenéis ahora.
Prim.- Pero si la
gente viene por lo de la tasca, que no te enteras...
Cris.- ¡Calla! Y
pondría una terraza que ocupara toooda la plaza...
Prim.- Eso, y a los
viejos que ocupan los bancos los pondrías de camareros.
Cris.- ¡Nada de
viejos tomando un miserable chato! (Soñadora) Esto sería otra cosa,
un sitio chic, guay, cool. Haría publicidad, aparecería en las
guías gastronómicas, y en las de decoración. Y solo vendría gente
superbien y muy moderna... ¡Guau!
Prim.- ¿Guau? Te
cargarías la vida del barrio. Esto se llenaría de tiendas caras, y
de tráfico. Los pisos subirían de precio. Echarían a la mitad de
los vecinos....
Cris. - Así es la
vida, primi. O comes o te comen. Y yo soy de los que comen.
Prim.- ¿Y para qué
quieres ponerte tan gorda?
Cris.- Ya estamos.
Yo quiero progresar. Como todo el mundo. Como deberías hacer tu.
Imagina que haces lo que te digo.
Prim. ¿El qué?
Cris.-
(Entusiasmada, visionaria, hablando muy rápido) ¡¡Pues montar ese
restaurante bestial!! ¡¡Y cuando lo tengas lleno todos los días,
zas, empiezas a crear franquicias!! ¡Y abres locales en la capital,
y en otros países!... Y todo lo que ganes tienes que ir
invirtiéndolo, por supuesto. Y en paraísos fiscales, para no pagar
impuestos. Ah, ah, y ojito con la gente. Dice mi padre que no te
puedes fiar, tienes que estar encima de todos todo el día, para que
no te roben, y...
Prim.- (Cortándola)
Cris, querida...
Cris.- (Ansiosa) Sí,
¿qué? ¿Qué?...
Prim.- ¿Pues eso,
qué... que todo eso... para qué?
Cris.- (Irritada).
¿¡¡Pero cómo que para qué!!? ¡¡Pues para que va a ser!! ¡¡Para
ganar mucho dinero, y para tener todas las cosas que quieras, y para
que cuando ya seas muy mayor y tengas millones en el banco, poder
retirarte a tu mansión, a pasar tan ricamente las mañanas
tomando... el sol... (se da cuenta de todo lo tonto de su
planteamiento y se calla). [Silencio]
Prim.- (Carraspea,
disimulando, como si no hubiera pasado nada) Cris, cariño, no
querrás acercarme ese bote de crema. Y uno de esos libros...
Cris.- (Tímida,
confundida)... ¿Cual?...
Prim.- Ese rojo y
verde; se llama “Decrecimiento”....
Cris.- Toma.
Prim.- Gracias. Y
otra cosa... ¿A que estás deseando tumbarte al sol aquí conmigo?
En los años 70,
algunos economistas como comienzan a popularizar el concepto de
“decrecimiento”, que hoy da nombre al movimiento filosófico y
político que cuestiona el objetivo de la economía clásica liberal,
esto es, el crecimiento económico, y aboga por la disminución de la
producción y el consumo, hasta reequilibrar la relación entre el
ser humano y la naturaleza (y de los propios seres humanos entre sí).
El decrecionismo
critica el dogma del “crecimiento por el crecimiento”, al que
culpa de los problemas ecológicos y las desigualdades sociales. Su
finalidad es que los seres humanos aprendan a vivir mejor con menos,
maximizando el bienestar y reduciendo al mínimo el consumo, en la
línea de una “economía budista”, como decía Schumacher, o en
la de la “felicidad nacional bruta”, concepto propuesto por el
rey de Bután en 1972 en oposición al de “producto interior bruto”
y a la habitual correlación entre “felicidad” o “nivel de
vida” y “poder adquisitivo”
Los partidarios del
decrecimiento proponen una disminución controlada de la producción
y el consumo fomentando nuevos modelos de economía y de vida, en los
que la autoproducción, el intercambio sin dinero, el consumo de
productos locales y duraderos, y, en general, la adopción de modos
de vida más austeros, son principios fundamentales. Y advierten de
que, de no emprender ese proceso, el decrecimiento acabará
imponiéndose, de forma más abrupta, como la consecuencia necesaria
de un sistema fiado al aumento insostenible y obsesivo de la
producción y el consumo.
¿Qué piensas tú?
¿Crees que el decrecimiento es una forma adecuada de organizar la
economía y de vivir?
Guión: Víctor Bermúdez . Actores: María Ruíz-Funes, Laura Casado. Voces: Chus García y Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.
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