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[Suena un fondo de
noticias políticas en la radio o la tele, que se funde con la
conversación...]
Felisa.- Bueno,
chicos, aunque os parezca mentira que esto salga de mi boca, creo que
ya hemos vagueado bastante y que podríamos ponernos con la actividad
de Ética. Por cierto, Madriguero, te ha tocado en nuestro grupo.
Como no estabas…
Madriguero.- Muy
bien. Pues, si queréis seguir decidiendo sin mí, por mí adelante,
toda vuestra… (sonríen)
Felisa.- No te
libras: nos ha advertido de que tenemos que participar todos.
Madriguero.- ¡Vaya!
Lo siento por vosotras. Y ¿en qué consiste la cosa?
Felisa.- Que te lo
explique mejor Espelunca.
Espelunca.- Pues ha
hecho varios grupos, como si fuéramos partidos políticos de un
supuesto país, con nuestros votos y todo, y nos ha pedido que
negociemos, a ver quién consigue el mejor pacto.
Madriguero.- ¿A ver
quién consigue el mejor pacto? ¿Y cuál es el mejor pacto?
Felisa.- ¡Hombre,
está claro!: aquel en que sale tu grupo gobernando y con más
ministros.
Madriguero.- ¿Eso
ha dicho el profe?
Espelunca.- No, no
ha dicho eso: en realidad no ha dicho cuál va a considerar el mejor
resultado.
Felisa.- Pero se cae
por su peso, ¡vamos! Así que lo que tenemos que hacer es jugar a
uno de esos juegos que nos mencionó hace días… el del prisionero,
o el de los gallinas, o algo así... O sea: intentar sacar lo más
que podamos, sin meter la pata.
Madriguero.- Pues yo
no voy a vender mis principios… porque se supone que tenemos unos
principios, ¿no?
Espelunca.- Sí:
aquí tienes la lista de los que nos tocaron.
Madriguero.- Aquí
tiene mis principios. Si no le gustan, tengo otros, como dijo
Groucho.
Felisa.- Vale, vale,
pero ahora no se trata de los principios, sino de los finales, o sea,
de los resultados. Cambiamos principios por poder, y luego ya veremos
lo que hacemos.
Madriguero.- Me
niego. Que formen gobierno los otros, si se atreven a venderse. Yo
prefiero morir con dignidad.
Espelunca.- No se
trata de morir, Madriguero.
Felisa.- ¡Eso!
Espelunca.- Ni
tampoco de ganar, Felisa.
Felisa.- ¿Entonces,
tú que propones: perder?
Espelunca.- Tal como
yo lo veo, se trata de conseguir el acuerdo más justo, teniendo en
cuenta los votos que tenemos cada grupo.
Felisa.- ¿El
acuerdo más justo? ¡Estamos hablando de política!
Madriguero.- Sí, la
verdad es que suena un poco naif. Pero sigue, santa Espe.
Espelunca.- A mí no
me gusta ni siquiera que sea una negociación. Fijaos, entre nuestros
principios está que nos hemos presentado como más honestos que los
demás. Entonces… (no os riáis) yo propongo que pensemos qué
podemos honestamente reclamar y qué pueden reclamar los demás, qué
es justo que cedamos y qué mínimo no podemos ceder de ninguna
manera, y vayamos a la mesa sin ases en la manga ni cosas parecidas.
Felisa.- Eso no es
una negociación, eso es un pic-nic en familia ¿¡no te digo!?
¡Menudos negociadores que sois! Uno prefiere perder a dar un poco su
brazo a torcer; la otra no solo da el brazo sino hasta las piernas.
¿Me dejáis a mí, al menos para que ganemos el concurso y saquemos
buena nota?
Madriguero.- (con
tono heroico patético) ¡Me niego a venderme por un…
¿sobresaliente!? (ríen)
Espelunca.- Pues yo
creo que el profe está pensando en ponernos mejor nota si hacemos lo
que digo yo.
Felisa.- ¡Madre
mía! ¿¡Vamos a tener que ponernos a negociar cómo vamos a
negociar!?
En el mundo de la
política se presentan a veces situaciones en las que los
representantes elegidos por los ciudadanos se ven obligados a
negociar o pactar, porque ninguno cuenta con una mayoría absoluta.
¿Cuál es la mejor actitud ante una negociación política?
Las posturas ante
esta cuestión varían según el peso que se le dé, en esas
circunstancias, a los principios y al aspecto más pragmático. Los
más intransigentes creen que las consideraciones pragmáticas
suponen vender los principios. En cambio, los más pragmáticos
acusan a los primeros de no hacer posible llevar a la práctica al
menos parte de los principios de uno.
En el fondo de este
dilema está el problema ético de si importan más los principios o
los fines; a lo primero apuntan las éticas del deber, a lo segundo
las éticas utilitaristas.
Ahora bien, una
consideración más profunda de la cuestión puede hacernos ver que
la capacidad de llegar a acuerdos con los adversarios políticos no
es una cesión sino todo lo contrario, el verdadero arte de la
política, es decir, de la vida en común de personas con ideas
diferentes. ¿Sería, incluso, deseable ver en la política una
conducta más ética u honesta, una
conducta que no recurriera a las típicas argucias de la negociación
y el regateo?
¿Qué piensas: cuál
es la mejor actitud ante el desacuerdo político?...
Guión: Juan Antonio Negrete . Actores: Jonathan González, Eva Romero, María Ruiz-Funes. Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.
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