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Felisa.-
Gracias por pasarme los apuntes, Covadonga: ¡jo, los haces
superlimpios! ¡Casi hasta apetece estudiar, con unos apuntes así!
(ríen)
Covadonga.-
¡Es que yo soy muy femenina en todo, Felisa, ya lo sabes…!
Felisa.-
¡Sí, y yo muy masculina, ¿¡no te joroba!? ¿¡Qué tendrá que
ver!?
Madriguero.-
Es cierto, ¡Vaya comentario machista que te ha salido, Covadonga!
(parodiándola) “¡Soy muy femenina, ay, me rompo!” (risas de
Felisa y Madriguero)
Covadonga.-
¿De qué os reís? Es evidente que las chicas tenemos una manera
distinta de hacer las cosas…
Madriguero.-
¡Claro, la que os enseñan desde pequeñitas, para que seáis
esposas sumisas y madres abnegadas!
Felisa.-
¡Ahí está!: primero, objeto erótico; luego, aparato reproductor;
y luego, niñera. ¡Yo paso! Prefiero hacer los apuntes sucios como
Madriguero
Madriguero.-
¡Eh, no te pases, que yo soy muy femenino! Eso de que nosotros
tengamos que ser unos guarros es también machismo, ¿sabes?
Covandonga.-
Pues yo no creo que seamos iguales, ni me mola. No es algo
manipulado: es que somos así por naturaleza. Son nuestras hormonas,
y hasta nuestro cerebro.
Madriguero.-
No te dejes colar eso, Cova: somos lo que queremos ser, o lo que
dejamos que quieran otros que seamos. ¿No ves a Felisa? ¿Es que
tiene un fallo genético?
Covadonga.-
No, lo que pasa es que se hace la marimacho para parecer guay. Pero
yo prefiero ser mujer, aunque no esté de moda. ¿Tú qué dices,
Espelunca, estás de acuerdo con ellos?
Espe.-
Uf, ¡yo no sé…!
Madriguero.-
¡Venga, Espe, nunca sabes nada, pero luego siempre tienes algo que
decir! No te hagas la estrecha, ¡la… femenina! (risas)
Espe.-
Pues sí, la verdad es que se me sale por la boca lo que pienso de
ese tema, y por eso no quería decirlo... Además, seguro que no le
va a gustar a nadie.
Madriguero.-
Si no, tú no serías tú.
Espe.-
(con ironía) O eso, o me lo han enseñado… Yo creo que uno tiene
que ser lo que quiera, por supuesto, pero también pienso que no
somos una tabula rasa (como dice el profe de filo): lo mismo que
somos mamíferos, de nacimiento, y humanos, también somos mujer,
varón, y otras cosas. A veces creo que, para conseguir igualdad de
derechos, las mujeres hemos aceptado parecernos a los chicos: como si
los negros, para ser iguales, se hubieran pintado de blanco, vamos.
Covadonga.-
Pero con el rosa y el azul.
Felisa.-
Pues a mí el rosa me da repelús.
Espe.-
A mí me gusta el morado. ¿Os habéis parado a mirar en la guardería
que hay frente al insti? Si un día soy madre, no querría dejar ahí
a mi hijo, y perderme yo la maternidad.
Madriguero.-
Muy bien, pues serás una esclava, concretamente, de tu marido.
Felisa.-
¡Uf, a mí eso de pasar un embarazo, dar teta, cambiar pañales y
cantar “los cinco lobitos”, no me mola un pelo! ¡A ver si
inventan la lactancia masculina!
Espelunca.-
Ojala, así cada uno podremos elegir lo que queremos ser. Pero ¡que
aprendamos también que no solo son productivos los trabajos de la
guerra y la caza, que son los que siempre han hecho los varones!
Felisa.-
¡Eso es verdad: es culpa del patriarcado!
Madriguero.-
¡Pero, bueno, Felisa!, ¿no decías que no hay diferencias? (canta)
“Si las mujeres mandasen, en vez de mandar los hombres…” Y, ¿se
puede saber qué cualidades naturales buenas tenemos los chicos por
naturaleza?
Felisa.-
¡Ja, ja..!, eso se contesta rápido…
Madriguero.-
(irónicamente) ¡Ya, ya, no me lo digas!: en lo bueno, somos
iguales; pero lo malo es cosa nuestra. ¡Menudo feminismo!
Espelunca.-
Sí, eso es muy tonto. Pero, ¿por qué no decir eso de somos
iguales, somos diferentes? Aunque ahora mismo no sé iguales y
diferentes en qué…
¿Por
qué juegan las niñas con muñecas y los niños con coches y
soldados? ¿Es innato o aprendido? ¿Existe algo así como una
naturaleza o “esencia de mujer”, y de varón, o las diferencias
llamadas “de géneros” son una construcción cultural, a partir
de meros rasgos sexuales que no las comportan necesariamente? ¿Deben
desdibujarse las diferencias de género para conseguir así la
igualdad de derechos?
Quienes
creen que se trata de una diferencia natural, señalan que se observa
en las otras especies de mamíferos y animales en general, incluidas
las más cercanas evolutivamente a nosotros (como los chimpancés,
orangutanes, bonobos…): también entre ellos hay un reparto de
tareas: las hembras, por lo general, se dedican a la cría, y los
machos a la guerra y la caza. El ejemplo de los bonobos es
interesante porque es una sociedad dominada por las hembras, y se
caracteriza por una convivencia más pacífica y distendida: los
conflictos se suelen resolver sexualmente. También la fisiología
parece apoyar esta idea: mujeres y varones somos diferentes hormonal
y cerebralmente. La mayoría de las religiones y filósofos de la
tradición creían que, efectivamente, hay esa diferencia natural, y
lo acompañaban de la tesis, machista, de que la mujer es inferior
intelectual y moralmente. Todavía Kant, filósofo de la Ilustración,
negaba a la mujer verdadero carácter moral, porque, decía, se deja
llevar más por los sentimientos que por la razón. Según esa
concepción tradicional, lo masculino sería más jerárquico,
guerrero, racional-tecnológico, posesivo…, mientras que lo
femenino sería más horizontal, cooperativo, pacífico, emocional…
Una
importante excepción a esa tradición es Platón, al menos en su
libro La República, donde sostiene, consciente de lo
impopular de su tesis, que las conductas masculina y femenina son
aprendidas y deberían igualarse en una sociedad ideal. Claro que el
patrón social que Platón propone parece más “masculino” que
femenino. Quienes actualmente se oponen a que la diferencia de género
sea natural o esencial, sostienen que el ser humano es tan plástico
e indefinido que se puede decir que no tiene naturaleza, sino que es
todo él construcción. Esa construcción sirve para la dominación
de un género sobre otro. Como lo expresó Simone de Beauvoir en El segundo sexo, la Mujer se
definiría como lo Otro, es decir, el Hombre no pleno, imperfecto,
negativo. No obstante, no todo el feminismo está de acuerdo en negar
las diferencias de género. Un feminismo llamado “de la
diferencia”, reclama la idiosincrasia femenina, y rechaza que, para
disfrutar de igualdad de derechos, haya que homogeneizar a las
personas.
¿Qué
piensas de esto? ¿Son las diferencias de género algo cultural o
natural? ¿Deberíamos aceptarlas, o más bien negarlas en pro de la
igualdad entre varones y mujeres?
Guión: Juan Antonio Negrete . Actores: Jonathan González, Eva Romero, Laura Casado. Voces: Chus García, Víctor Bermúdez. Producción: Antonio Blazquez. Música sintonía: Bobby McFerrin. Dibujos: Marién Sauceda. Idea original para Radio 5: Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete.
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